Históricamente, el auténtico hecho diferencial que siempre tuvo el Barça respecto a cualquier otro club fue ilusionar como nadie con los fichajes. ¿Que no caía la Liga? Pues al rato por aquí venían los
Cruyff,
Schuster,
Maradona,
Ronaldo,
Rivaldo.... Luego se ganaba o no -muchas veces era que no- pero que estos eran los buenos, eso no lo discutía nadie que fuera cada domingo al Camp Nou. Más recientemente hubo traumas que provocaron extrañas reacciones compulsivas: Figo se largó a Madrid y el Barça enloqueció con
Overmars y
Petit, figuras irrelevantes en la memoria del club si no fuera por su coste. Luego pasó lo de
Neymar y los sucedáneos conocidos son hoy uno de los lastres que explican que el Barça ya no pueda ser el del hecho diferencial. Por eso, incluso en el caso de que algún día
Tebas abra la mano, en el Camp Nou harían bien en contar hasta mil antes de fichar, por mucho que haya caído ‘la 14’. Porque una cosa es hipotecar el futuro por
Maradona y otra, por
Raphinha.
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