«Lo que parecía imposible ahora es una realidad», afirma Andrew Niemczyk, presidente y CTO de la startup suiza Exlterra, para explicar una tecnología que aprovecha las fuentes de energía renovables para acelerar el proceso de descomposición natural de los contaminantes en el suelo sin necesidad de usar sustitutos químicos. Se han obtenido resultados tangibles en un área tan controvertida como Chernóbil. Un nombre conocido por el desastre ocasionado por la explosión de uno de los reactores de su central nuclear en 1986, que superó en 500 veces la radiación liberada por la bomba atómica de Hiroshima. Y hoy vuelve a ocupar el centro del debate tras el paso de las tropas rusas por la zona.
Sergiy Kireiev, Director General de SSE Ecocentre en Chernóbil dice que «es la primera vez en 35 años que una tecnología de este tipo ha logrado reducir el nivel de radiactividad en el suelo y el aire de manera tan significativa».
Germán Orizaola, biólogo e investigador de la Universidad de Oviedo, ha trabajado allí y viaja una vez al año a la zona. «Chernóbil antes del conflicto estaba en una situación estable y quedaba menos de un 10% de la radiación que se emitió en 1986. A nivel biológico era una de las mayores reservas de toda Europa. Pero otras zonas como el Bosque rojo siguen siendo uno de los sitios más radiactivos del planeta», apunta.
La situación preocupante se registró con la entrada de las tropas rusas la radiación se multiplicó por cinco. Se achacó al traslado de una gran cantidad de maquinaria militar pesada de radio a través de la zona de exclusión y el aumento de la contaminación del aire. En SaveEcoBot, un bot que monitoriza datos ambientales en Ucrania, también se observaron niveles altos de radiación gamma en la zona: Se llegó a hablar de trescientos soldados rusos que fueron llevados a un hospital de Bielorrusia. Pero Orizaola matiza que «parte de esa noticia es propaganda para justificar la retirada de las tropas rusas. El síndrome que decían que estaban experimentando es imposible, porque sería semejante al que se dio en 1986, cuando la exposición era mil veces mayor».
Lo cierto es que el impacto de la radioactividad depende de la dosis y el tiempo de exposición, y los soldados rusos entraron en el Bosque rojo sin protección, expuestos a respirar las partículas radiactivas. Excavaron en la zona e hicieron sacos terreros para fortificaciones con arena radiactiva, según afirmaba el ministro de Energía ucraniano, Germán Gulashchenko. Los incendios en la zona ayudaron a multiplicar la inquietud. Y las autoridades ucranianas denunciaron que las fuerzas rusas se habían llevado de los laboratorios material radiactivo, a modo de souvenir, con radiación beta y gamma.
Última tecnología
El radiólogo Vadim Chumak que vigiló la contaminación tras el accidente de Chernóbil, ya advertía en la publicación del MIT que podía verse algo como el accidente de Goiânia en Brasil en 1989, cuando un grupo de personas robaron un dispositivo de radioterapia de un hospital abandonado para vender las piezas como chatarra. Y avisó de la necesidad de contar con la última tecnología para medir la radiactividad presente en Chernóbil, dado que los aparatos que tienen son de los noventa. De modo que existe cierta incertidumbre de hasta qué punto la presencia de las fuerzas rusas han comprometido algunas zonas.
No obstante, antes del conflicto, Exlterra ya había logrado resultados prometedores, y a finales de 2021 anunciaron que habían conseguido que la contaminación radiactiva en el suelo y el aire disminuyera en un promedio de 37% y 46% respectivamente, un año después de la instalación de su tecnología NSPS (Nucleus Separation Passive System). Y afirman que una limpieza total del área es concebible en cuatro años. Lo que abre perspectivas prometedoras, en particular para el tratamiento de residuos radiactivos, en el contexto del debate energético actual. Sergiy Kireiev, Director General de SSE Ecocentre en Chernobyl decía «es la primera vez en 35 años que una tecnología de este tipo ha logrado reducir el nivel de radiactividad en el suelo y el aire de manera tan significativa».
La tecnología NSPS aprovecha las partículas de alta velocidad, los positrones, para dirigir esta fuerza natural hacia los isótopos radiactivos y rompe los enlaces que los mantienen unidos, aniquilando la materia original. «Simplemente estamos acelerando el proceso que ocurre naturalmente al crear un campo de energía subterráneo», explica Frank Muller, CEO de Exlterra a ABC. «Nuestro método también permite descontaminar material radiactivo o eliminar otro tipo de contaminantes (plomo, arsénico...). Se ha demostrado en Chernobyl y puede hacerse en Fikushima», concreta.