Los modernos son una creación de los clásicos. Clásicos y modernos son las dos caras de una hoja de papel, imposibles de separar, ni siquiera rasgándola. Nada. Por ello, si los modernos son una consecuencia de los clásicos, la cuestión se salda de inmediato: acudamos a los clásicos para entender a los modernos. Primero, porque los clásicos, por el hecho de poseer tal virtud serán siempre, lo son, modernos; segundo, porque no cabe concebir a un moderno sino es puesto en relación sobre la materia que, supuesta o ciertamente, moderniza. Edward Gibbon (Putney, 1737-Londres, 1794) apela en este libro, si vale la broma, clásico, su memorable ‘Ensayo sobre el estudio de la literatura’ (1761), escrito en francés, al imprescindible regreso...
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