Investigaciones apuntan a que el estrés en el lugar de trabajo, aunque a veces es inherente a ciertas profesiones, se asocia principalmente a la molestia que causa un mal jefe, según ha manifestado la Asociación Americana de Psicología.
Además, los datos de la organización confirman que la mayoría de los empleados con malos jefes se quedan callados cuando son maltratados. Sin embargo, no deberían hacerlo, pues los últimos estudios revelan que un mal jefe puede afectar a tu salud.
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Estos entornos de trabajo pueden provocar un aumento del estrés o la ansiedad y, en el extremo de todo ello, causar enfermedades graves.
Tanto es así que los investigadores aseguraron que el estrés laboral ya puede considerarse como una de las principales causas de muerte en los Estados Unidos de América, estando muy cerca de los accidentes y de la enfermedad cardíaca.
No siempre es fácil saber qué hacer con una mala situación en el trabajo, por lo que estos consejos te harán más llevadera una crisis laboral.
De acuerdo con Tessa West, profesora de psicología en la Universidad de Nueva York y autora de "Jerks at Work", comprender con qué tipo de jefe tóxico estás lidiando y sus causas subyacentes es el primer paso y el más crítico para ayudarte a lidiar con esta figura.
Los micromanagers son el tipo más común de mal jefe. Se caracterizan por ejercer un tipo de gestión excesivamente controladora sobre sus equipos. A menudo simplemente no están preparados para asumir funciones de gestión, señala West.
"Son realmente buenos en tu trabajo, porque ese es el trabajo que solían tener", indica la experta. "Entonces, para sentirse bien consigo mismos, lo único que van a hacer es supervisar tu trabajo con demasiado detalle".
Es importante señalar que los "micromanagers" no son intencionalmente tóxicos y que sus rasgos a menudo los lastiman tanto como a sus víctimas.
Los micromanagers se sienten abrumados al pensar en un panorama general de fracaso, por lo que, según West, estos directivos podrían necesitar una gestión más estricta: "Al mantenerlos en el nivel correcto, puedes administrar mejor su comportamiento", asegura la experta.
Organizar reuniones cortas también puede ayudarlos a sentirse involucrados, así verificarán esos pequeños objetivos y ayudarán a aliviar su ansiedad, lo que te permitirá mantenerlos bajo control.
Los jefes negligentes son otro tipo de mal gerente involuntario, lo que no significan que sean menos perjudiciales: "Son realmente engañosos porque son los menos ofensivos y no están tratando explícitamente de hacerte daño", subraya West.
Lo que realmente sucede es que estos tipos de personas son más dañinos para los que quieren consistencia y retroalimentación en el trabajo. Estos jefes no proporcionan ninguna de estas cosas, lo que puede generar estrés y ansiedad.
West sugiere que cuando se trata de un jefe negligente, la solución para el empleado es buscar las opiniones de sus compañeros de trabajo.
Sin embargo, el peor de los casos es cuando los jefes son tóxicos a sabiendas, y mientras más alto el puesto existe una mayor probabilidad de que los empleados se encuentren con supervisores dañinos.
Sull señala que los lugares de trabajo a menudo recompensan el comportamiento narcisista, ya que los narcisistas suelen tener confianza en sí mismos, son más extrovertidos y están más dispuestos a correr riesgos. Estas características resultan muy atractivas y les permite ascender a posiciones de poder.
Sin embargo, cuando la gente apremia estos atributos nunca menciona la palabra "narcisista", pero estos son exactamente los que conforman con un patrón de liderazgo narcisista.
Estos jefes suelen tener grandes egos, una necesidad excesiva de atención, de admiración y falta de empatía, lo que significa que pueden estar entre los que provocan más daño psicológico a sus víctimas.
West aconseja que si un empleado termina con un superior que sabe exactamente cómo perjudica su comportamiento, o incluso se deleita con esto, lo mejor es llevar un registro escrito de las reuniones e interacciones con él.
