El 11 de marzo de 2020 la Organización Mundial de la Salud declaró al COVID-19 como pandemia. El coronavirus llegó a la Argentina el 3 de marzo, alcanzó un total de 690 afectados el 27 de marzo y generó una serie de medidas urgentes como el aislamiento social y obligatorio.
Desde el inicio de la pandemia, el total de contagios en Argentina son 5.694.930 y el de muertes, 117.204. Al día de hoy hay 241.703 casos activos y 5.336.023, recuperados.
Afortunadamente, la ciencia ha logrado enormes avances contra el coronavirus, ha conseguido conocerlo mejor, resolviendo muchas de las dudas, desmintiendo muchos bulos y aclarando cuestiones en relación con el COVID-19.
Sin embargo, el coronavirus sigue sorprendiendo a las autoridades y a la ciencia, por lo que no dejan de aparecer nuevas dudas sin resolver.
Se sigue sin tenerse una respuesta definitiva al respecto del incio de la pandemia. Este interrogante ha llevado a la creación de teorías que inundan las redes sociales y otros medios.
Una de las grandes teorías según el informe de la Organisación Mundial de la Salud concluye que el SARS-CoV-2, que causa el COVID-19, se originó probablemente en un animal -muy probablemente el murciélago- pasando luego a un animal intermedio y de allí, al ser humano.
Sin embargo, no se ha encontrado suficiente información para llegar a una conclusión definitiva.
Otra fuerte teoría es que el virus se haya introducido en la comunidad a través de un accidente de laboratorio. El informe dice -y esto es muy importante- que se consideró como una vía extremadamente improbable.
Si consideramos el final de la pandemia como el momento donde haya suficientes personas inmunizadas y hayan cesado las circunstancias del principio, son muchos los expertos que apuestan por la primavera de 2022 como el periodo aproximado en el que lo más duro de la pandemia del COVID-19 llegue a su fin.
Sin embargo, la OMS dijo que actualmente no está considerando hacer una declaración del estilo. El fin definitivo de la pandemia puede llevar más tiempo y no tiene una fecha fija, aunque sí teorías y aproximaciones.
Los investigadores también han advertido que, aunque los casos de COVID-19 desciendan a niveles más bajos, es probable que la enfermedad siga causando miles de muertes al año, al igual que otras enfermedades endémicas como la malaria y la tuberculosis. Y el potencial de nuevas y peligrosas variantes es imprevisible.
La viruela es la única enfermedad humana que ha podido ser erradicada, ya que su eliminación implica la eliminación total del virus.
Por otra parte, también podemos hablar de la "eliminación" de un virus refiriéndonos a su desaparición en ciertas regiones, ciudades o países, pero que continúa existiendo en el mundo, como sucede con la polio.
Por lo tanto, sería posible la eliminación del coronavirus en algunas regiones o países del mundo, pero aún no sabemos ni cuándo ni dónde.
Los virus cambian todo el tiempo y de vez en cuando esas mutaciones pueden funcionar a favor del virus. Los virus que estornudamos o tosemos pueden ser ligeramente diferentes de los que nos infectaron. Eso es porque los virus mutan, especialmente cuando su código genético está hecho de ARN, un primo cercano de nuestro ADN.
Aunque para detener la próxima variante importante de coronavirus implica saber de dónde podría provenir, esas respuestas siguen siendo un misterio. Los científicos no pueden predecir cuál será la nueva variante que surja próximamente, ni si esta será peor que Ómicron.
Desde la aparición de Ómicron, se ha puesto en evidencia la utilidad de una tercera dosis y ha mostrado que, tanto para la pauta completa como para la vacuna de refuerzo, el paso del tiempo juega en contra de la inmunidad proporcionada.
Un estudio reciente en población vacunada con Pfizer sugiere que las 3 dosis ofrecen una protección del 85% frente a la hospitalización por Ómicron, pero baja al 55% después de 3 meses, mientras que una investigación israelí muestra que la cuarta vacuna pierde eficacia a las pocas semanas.
Finalmente, se ha observado que la efectividad de las inyecciones también depende del tipo de sublinaje de ómicron que se esté propagando.
Todo esto ayuda a darnos una idea, pero nada es seguro respecto a cuánto tiempo de inmunidad ofrecen las vacunas.
Las vacunas actuales han mostrado su capacidad de protección hasta donde pueden, pero no están diseñadas para evitar al 100% las infecciones por coronavirus.
Laboratorios como el Centro Nacional de Biotecnología (CNB-CSIC) está realizando ensayos clínicos para fabricar una vacuna de esta índole, pero existen factores que ralentizan el proceso y dificultan tener una respuesta y una fecha exactas.
Es difícil predecir cuántas veces se puede enfermar de COVID-19, aunque varios expertos han estimado que el coronavirus atacará de forma periódica cada año, y otros incluso hablan de la posibilidad de que la gente se contagie varias veces con el virus en el plazo de un mismo año.
Un estudio publicado en marzo de 2022 encontró personas que habían tenido 3 experiencias de infección gracias a la variante Ómicron, aunque dicen no haber observado ese mayor riesgo de reinfección con beta y delta.
Algunas voces como la de Bill Gates, fundador de Microsoft y quien ya predijo la pandemia actual, han asegurado que habrá "otra pandemia".
Aun así, no hay certeza alguna sobre cuál será esta pandemia futura ni cuándo llegará.
Hasta ahora, países como Argentina han apostado por una progresiva eliminación de las medidas y restricciones que se fueron imponiendo para tratar de tener bajo control al virus.
Recientemente, la secretaría de Acceso a la Salud, Sandra Tirado, señaló que no habrá nuevas restricciones por COVID-19 a la vez que insistió en el uso de barbijo y la vacunación para que los casos que se registren sean leves.
Sin embargo, la posibilidad de dar marcha atrás sigue existiendo.
A fecha de 15 de mayo de 2022, alrededor de 6,3 millones de personas habían fallecido a nivel mundial a consecuencia de la COVID-19. Mientras que en Asia, continente en el que se originó el brote, la cifra de muertos ascendía a alrededor de 1,3 millones de personas, los decesos en Europa superan en más de 670.000 personas dicha cifra.
En concreto, se han registrado aproximadamente dos millones de muertes por el coronavirus en el Viejo Continente. Sin embargo, ya no es el continente con mayor número de fallecidos por COVID-19. La cifra contabilizada en América supera ya los 2,7 millones de decesos.
Estos datos, sin embargo, no suponen ni la mitad de las millones de personas en el mundo que han muerto por culpa directa o indirecta del COVID-19 debido a las limitadas inversiones en sistemas de datos en muchos países.
Según una estimación reciente de la OMS basadas en el "exceso de mortalidad" de la pandemia (diferencia entre el número de muertes que se han producido y el que se esperaría en ausencia de esta a partir de los datos de años anteriores), la organización asume la muerte de 14,9 millones de personas, con un margen de error entre un mínimo de 13,3 millones y un máximo de 16,6 millones.
El verdadero alcance del exceso de mortalidad permanece oculto.
Varios expertos han dado su punto de vista sobre cómo podemos esperar la nueva normalidad. Sin embargo, y a pesar de que pronostican que los modos de vida cambiarán, no se producirá una transformación drástica, sino una evolución de los hábitos del confinamiento. Esto significa que los medios tecnológicos jugarán un papel trascendental en todos los ámbitos.
Aunque no hay un método científico para saber con certeza cómo va a ser el futuro, la alternativa a la que se puede acudir para encontrar algo de información al respecto es la historia, que a veces deja lecciones y aprendizajes.
Así, al observar eventos críticos similares del pasado, como otras pandemias, epidemias o guerras, se identifica que los periodos posteriores han solido estar caracterizados por épocas de gasto pero sin derroche, apuestas por el riesgo y nuevos modelos de negocio, y cambios en la sociedad que, a su vez, pueden alterar la política o la economía.
