A Santiago Domínguez le gusta recordar que empezaron en la habitación de un apartamento de Santiago de Compostela, con apenas unos portátiles como equipamiento. «En California lo hacen en un garaje, pero en Galicia hace más frío», bromea. El año 2004 estaba a punto de terminar y él junto con Javier Sardina y Carlos Cobas acababan de fundar Mestrelab, una spin off de la Universidade de Santiago, que pretendía comercializar un software que servía para procesar los datos de laboratorio. Hoy facturan 9 millones de euros, venden en 70 países y su herramienta ha ayudado a farmacéuticas como Pfizer, Biontech, Astrazéneca o Moderna a desarrollar en tiempo récord las vacunas del Covid.
Todo comenzó cuando el ahora catedrático de Química...
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