Mi admirado José Luís Garci dirigió en el año 1982 una extraordinaria película bajo ese título que recibió el Oscar al mejor film extranjero en aquella edición. Trata de la vuelta a las raíces de un premio Nobel español allá por los años ochenta del pasado siglo. Esta frase ha venido a mi mente con motivo de dos circunstancias que se han producido en mi entorno en estos días.