Existen en todos los mercados. No hay negocio que no los perciba en el exterior o los cree en sus zonas de influencia. Aunque no se visualicen de primera instancia, siempre se acaban identificando.
Hacer empresa, promover negocios o desarrollar proyectos es, en sí misma, una actividad que te obliga a confrontar –con mayor frecuencia de lo que algunos piensan– distintos tipos de límites de génesis multifactorial y de complejidad multidimensional.
En su definición más simple, un límite es una línea real o imaginaria que separa dos territorios o dos acciones posibles. Es un espacio que significa fin para algunos y comienzo para otros. Es, también, una forma de inhibir (o posibilitar) –con fronteras explícitas o implícitas– estados alternativos de la actividad humana.
¿Cuáles son los límites conceptuales con los que lidia el empresario? Aquí tres para la reflexión directiva:
1) Límites reales.- Tan explícitos como el grado de compenetración en una realidad te permita observarlos. Son barreras físicas, impedimentos normativos o prohibiciones competitivas que no hacen posible el acceso sencillo o inmediato a ‘x’ terreno de negocios.
La forma en la que se personifican tales límites es de lo más variado. Su existencia, no obstante, no impide observar futuros alternativos y, si la rentabilidad compensa la complejidad, configurar opciones para acceder a esos espacios de actuación en el tiempo.
2) Límites difusos.- Están en una zona gris que puede confundir a muchos. Algunos los perciben por experiencia, pero suelen no revelarse en su justa proporción hasta que ya estás en espacios de actuación que irremediablemente te confrontan con intereses de terceros, influencia de competidores o afectación de partes relacionadas.
Se convierten en obstáculos de sobreposición sucesiva y son barreras no subestimables que ponen a prueba aptitud, consistencia y sagacidad.
3) Límites autoimpuestos.- Gravitan en la personalísima esfera del pensamiento. Se suelen construir por paradigmas complejos que construyen muros que nuestra razón asimila como habituales e inhiben el cuestionamiento mismo de su existencia.
De facto, imposibilitan toda aquella nueva cosa que se confronte con esa barrera personal o colectiva. Son un veneno invisible del avance o impulso de infinidad de nuevas posibilidades.
Un límite puede ser notorio para todos o claro para muchos. Pero las maneras de gestionar esos impedimentos, así como la energía, talento y recursos puestos al servicio de su sobreposición tiende a ser tan diverso como múltiples sistemas planetarios en permanente evolución.
La vocación por construir, el apetito por nuevos mercados y la intuición consustancial al perpetuo deseo de construir más y mejores negocios, colocan a individuos y organizaciones frente a nuevos límites un día sí y otro también.
Y es que bien decía el científico y escritor inglés Arthur C. Clarke: “la única posibilidad de descubrir los límites de lo posible es aventurarse un poco más allá de ellos, hacia lo imposible”.
La última edición fue en Oaxaca en abril pasado y gozó de un grupo multisectorial que combinó magistralmente la presión constructiva de este curso de perfeccionamiento en presentaciones de negocios, con los muchos placeres que ofrece ese destino.
En junio 20 al 22 próximos impartiré una nueva edición de esta experiencia práctica enfocada en la alta dirección de empresas y asociaciones, ahora en la ciudad de Santiago de Querétaro. Si en tus planes está afilar tu capacidad y confianza para exponer en público, hablemos por DM.