Aceptemos que la vida es dif?cil y que lo es considerablemente m?s para cualquier mujer, porque el dolor de ser mujer ha vivido como ella: reprimido. Mi abuela no pod?a ni votar; aunque votara un cargador, ella era inferior a cualquier hombre. Nuestras antepasadas vivieron inmersas en ese discurso del M?xico cat?lico y conservador: para nosotros los que mandamos, los due?os del mundo, t? eres menos capaz que un cargador; no queremos que votes, no queremos que hables, ni siquiera queremos que pises el c?sped de nuestras universidades porque solo nuestros profesores, todos hombres, pueden hacerlo. Y t?, enti?ndelo: para crear a Ad?n, el Creador se tom? a s? mismo como modelo. Para crear tu ?nfimo ser, bast? una costilla de Ad?n: as? de poca cosa eres. Por eso lo sedujiste y seduces al mundo al pecado; eres maldita, objeto, puta, pertenencia, esclava: ?mujer!
Nos ha tocado vivir otra ?poca no menos violenta: al revalorar a la mujer, los hombres han tenido que entender que ella, la que va en la calle, la que toma un taxi, cualquiera de ellas, ni les pertenece ni es inferior. Y ya lo explic? Virginia Woolf: mientras m?s inseguro se sienta un hombre, m?s violento ser? ante la emancipaci?n de la mujer. Nuestro pa?s es tierra de machos, y como tales, hombres inseguros y violentos: m?s claro ni el agua.
A su vez, esa violencia dio origen a una generaci?n de mujeres que se elevaron como un tsunami furibundo y gritaron: basta; no estoy loca ni permitir? que me conviertan en una loca como lo hicieron con ellas. Yo soy la sobreviviente de las locas que encerraron, de las brujas que mataron, de las mujeres que golpearon con todo el apoyo de la ley: sobreviv? y vengo a vengarlas. Y mi venganza es, simplemente, mi forma de ser: hablar, denunciar, no ocultar.
Ha sido terrible: las madres no hemos podido dar a nuestras hijas un lugar seguro para vivir. Buscando liberarlas, tuvimos que cuidarlas para que no las vejaran o para que no las mataran. Y no toda la violencia masculina ha ocupado los diarios: un colega educado y letrado me dice que ojal? la pr?xima persona electa para un cargo no sea ?una vieja?, porque ya fueron ?muchas viejas?: eso, es violencia.
M?xico cambiar? cuando el respeto a la mujer haya permeado todos los estratos de nuestra sociedad. Y para eso se requiere que la educaci?n con ra?ces de g?nero comience previamente a la educaci?n primaria. Imposible dejar este tema en manos de los padres: es el Estado quien debe introducir la educaci?n pre-primaria y primaria con ra?ces de g?nero.
Comencemos por nombrar a las ni?as y los ni?os por igual. Y como dice Bebe en ?Ella?: de ah?, pa?lante, que pa?tras, ya doli? bastante.
Paulina Rivero