Caminábamos por el seco lecho de la depresión endorreica y alguien comentó que el material de depósito aluvial que pisábamos era una buena tierra para las macetas. La laguna de El Taraje, que en otro tiempo había sido uno de los últimos reductos donde sobrevivían los escasos ejemplares restantes de malvasía (Oxyura leucocephala), permanece seca en el mes de abril, invadida en dos tercios de lo que eran sus aguas abiertas por matas de taraje que amenazan con cegarla para siempre. Entre ellas están las marcas de ‘Reserva Natural’ plantadas a trechos sobre postes, cuya desteñida pintura blanca y verde denota el acostumbrado abandono institucional. La laguna, junto con otras de la vecindad, fue declarada ‘reserva’ por la Administración, en...
Ver Más