Al estar nuevamente a debate la legislaci?n electoral, reproduzco a continuaci?n lo que escrib? en este espacio hace cinco a?os (el 18/7/2016):
En d?as recientes, H?ctor Aguilar Cam?n ha comentado en estas p?ginas sus coincidencias y discrepancias con Jos? Woldenberg sobre nuestra pluralidad social. Comparten una preocupaci?n central respecto a la democracia mexicana: su horizonte no es de fortalecimiento, sino de fragmentaci?n.
Esas pocas palabras revisten la mayor relevancia si se quiere conformar gobiernos leg?timos y garantizar su funcionalidad.
Convergen los dos estudiosos y analistas de gran prestigio al considerar la segunda vuelta electoral como un alivio, o correcci?n ante los efectos de la fragmentaci?n. Los conocedores de los sistemas electorales saben que donde existe la segunda vuelta, si en los primeros comicios ning?n candidato obtiene m?s de 50% de la votaci?n total, se lleva a cabo una nueva elecci?n entre el primero y segundo lugar para decidir al ganador, que naturalmente alcanzar? la mayor?a absoluta. Se evita as? que lleguen a cargos p?blicos candidatos con poca votaci?n y discutible legitimidad. Me cuento entre los promotores de esa propuesta. Evita que, de los cuatro, seis o m?s candidatos para la Presidencia de la Rep?blica o alg?n gobierno estatal, alguien gane con una aprobaci?n exigua y teniendo frente a s? un importante n?mero de electores (tal vez mayor?a) que jam?s le habr?an dado su confianza y apoyo.
Posiblemente Francia sea el pa?s con este sistema m?s avanzado, pues abarca los cargos ejecutivos y legislativos. Tambi?n ha funcionado para los ejecutivos en pa?ses del Cono Sur, como Argentina, Chile, Brasil, Per? y Colombia, no sin los sobresaltos producidos por presidentes como Fujimori en Per?, que disolvi? el Congreso; o el Congreso de Ecuador, que ech? al presidente Abdal? Bucaram declar?ndolo loco.
Sin embargo, si se optara en M?xico por ese cambio de sistema electoral, debe tomarse en cuenta la observaci?n que hace Jorge Alcocer Villanueva, tambi?n estudioso y analista pol?tico del m?s alto nivel, conocedor de las leyes electorales de muchos pa?ses: el sistema electoral mexicano fue dise?ado para operar sobre la base de mayor?as simples, y los procedimientos jurisdiccionales de impugnaci?n de campa?as y sus resultados son lentos y complicados, lo cual retrasar?a la celebraci?n de las segundas vueltas (que se recomiendan en un lapso no mayor de un mes), pues sucesos imponderables pueden producir distorsiones mayores que las que se buscan evitar.
Con la responsabilidad que la materia exige, vale la pena analizar si, con las adecuaciones pertinentes, puede servir la segunda vuelta al desarrollo de la democracia mexicana para evitar que cada vez con menos votos lleguen a los cargos p?blicos pol?ticos repudiados por la mayor?a.
Diego Fern?ndez de Cevallos