Ningún río es el mismo, ni la persona es la misma cuando se baña en el mismo afluente por segunda ocasión, igual, pero menos imperceptible, sucede con los caminos. Transitamos dormidos los caminos de la vida repitiendo una y otra vez hábitos, costumbres y prácticas; lo hacemos resistiendo a despertar, porque si la vigilia llegara a nosotros, lo más seguro es que los primeros rayos de luz taladrarían nuestras pupilas y espolearían nuestro entendimiento.