Cerré el año en la Puerta del Sol, frente a un retén de policías mal pagados y desprotegidos por Marlaska, en un escalón de granito y haciendo balance mental, que hacer balance -como hacer punto- es algo que se nos da bien a los solterones negados para el sudoku o el videojuego ese del ‘Call of Duty’. La noche no era fría, y Madrid tenía algo de Jueves Santo andaluz en la que no iba a salir un Crucificado a bendecirnos con incienso, sino una patulea de familias con matasuegras celebrando no se sabe muy bien qué ofrenda. Ni a quién.
Empezar un año tiene estas cosas; ir caminando hacia el olvido, que decía el poeta, y dejar como en salmuera...
Ver Más