El 2 de marzo de 2016 cambió la vida de Carlos Henrique Casemiro. Zidane decidió que el centro del campo del Real Madrid necesitaba de un motor que frenara el contragolpe del equipo contrario y el brasileño recibió una oportunidad ante el Levante, 1-3 en Valencia, que aprovechó gracias a su eficacia destructiva. Desde entonces ha sido el compañero de viaje de Modric y Kroos durante de seis años en los que ha celebrado catorce títulos con su club y una Copa América con Brasil.
«Casemiro no descansa» es una frase que se ha escuchado en Valdebebas a lo largo de seis años. Las rotaciones no son para él. Se convirtió en insustituible desde aquel encuentro en el Ciudad de Valencia. El conjunto madrileño, antes y ahora, no tiene un jugador que haga su misma función de
robar, morder, taponar, presionar y subir para marcar goles con su potente disparo y rematar de cabeza.
Casemiro aporta al esquema de Ancelotti esa palabra que define su carrera, tanto cuando era centrocampista con Capello como en su era como técnico: equilibrio
Ancelotti
ha demostrado con hechos que el suramericano es casi imprescindible. Suma cuatro amonestaciones en Liga y si es castigado con una cartulina en Anoeta se perderá el derbi una semana más tarde. El entrenador analizó el caso durante un día y su decisión es clarividente: «No miro los partidos posteriores ante el Inter y el Atlético, pienso en el primero, que es frente a la Real Sociedad, y Casemiro jugará».
Su reflexión es una pócima de experiencia ¿De qué vale resguardarle para el derbi si sus hombres pierden hoy en San Sebastián? «Camavinga y Blanco son dos jóvenes que tienen mucha energía e ilusión y pueden entrar en su sitio, pero les falta experiencia», argumenta Ancelotti. «Lo sustituirán en otras ocasiones». Hoy no toca, no es el día, es una final de Liga.
El chico que nació en una familia muy pobre 'de favela' ya suma 19 partidos este curso y los dos que se perdió fue por lesión, aparte de una dolorosa muela del juicio
El chico que nació en una familia muy pobre en Sao José dos Campos, a las afueras de Sao Paulo, ya ha disputado 19 encuentros y los dos que se perdió en el campeonato español fueron por un problema físico, con una muela del juicio como remate doloroso. Este protagonismo ha sido su tónica desde hace un lustro, periodo en el que ha jugado entre 43 y 48 encuentros por temporada en el Real Madrid.
Ha sido imprescindible para Zinedine en dos etapas, para Solari, para Lopetegui y también lo es ahora para Ancelotti. Y eso que el italiano no creyó en 2014 en el niño criado en una favela, de tal forma que se marchó al Oporto de Julen, donde se consagró. «Quizá me equivoqué con él entonces», reconoce el entrenador con sinceridad. Habló con Casemiro cuando regresó a la casa y debatieron sobre ello.
Ahora, con 29 años, no hay duda. El zapador blanco otorga al ‘allenatore’ la virtud de un equipo de fútbol que más menciona cada día de su vida: «Equilibrio». Casemiro aporta al esquema de Ancelotti esa palabra que define la carrera del italiano, tanto cuando era centrocampista con Capello como en su era como técnico.
Cuatro días antes del «no» del PSG al traspaso de Mbappé, el 27 de agosto, el medio centro renovó por la casa blanca hasta 2025, con el añadido de dos años y una mejora económica respecto a su anterior acuerdo, además de una cláusula ‘antijeques’ que ascendió a 750 millones. Antes de la pandemia la Premier ofrecía 80 millones a Florentino Pérez por el pivote. «No se vende», fue la respuesta.
«No le quito», es la contestación de Ancelotti. La cuarta tarjeta, sufrida ante el Sevilla, le ha puesto al límite. Pero Casemiro siempre jugó al límite.