Sin llegar a la excentricidad del equipo jamaicano de bobsleigh, hablar de curling implica hacerlo de uno de los deportes más minoritarios que se practican en España, con apenas 200 licencias y ni una sola pista exclusiva en la que entrenar. Incluso a alguien realmente interesado en aprender la disciplina le costaría dar con alguno de la decena de clubes que actualmente hay en activo. Más sorprendente aún es que, pese al reducido tamaño de su ecosistema y los evidentes obstáculos, España pueda presumir de dos medallas mundiales (bronce en dobles mixtos en 2014 y plata en equipos mixtos en 2018), unos éxitos cuya proporción no se corresponde con todo lo escrito anteriormente. Aún así falta algo, el sueño olímpico. España nunca ha enviado a un equipo de curling a unos Juegos, y este fin de semana está ante la oportunidad histórica de contar con el primero de ellos en Pekín 2022. Faltan dos plazas por otorgar, y el equipo de dobles mixtos formado por Oihane Otaegi y Mikel Unanue intentará atrapar una de ellas en un torneo durísimo al que están convocadas catorce selecciones en Leeuwarden (Países Bajos).
España, encuadrada en el grupo A, deberá medirse a Rusia, Hungría, Alemania, Dinamarca, Turquía y Australia. Si se gana el grupo, el billete olímpico se jugará a una carta contra el ganador del otro grupo. Si no, hay que acabar segundo o tercero para disputar la última plaza en un playoff. «Puede que sea una competición incluso más dura que los propios Juegos», relata para ABC Mikel Unanue, consciente de la dificultad de la tarea que tienen por delante, pero ilusionado ante la posibilidad de dar la campanada. «No me gusta hablar de cuántas opciones tenemos, porque nos pone una presión añadida e igual generamos unas expectativas que luego generan frustración. Vamos con ganas de hacer nuestro trabajo de la mejor manera posible y concentrados en el objetivo. Tenemos que dar las gracias a nuestro entrenador, David Wills. Ha venido desde Canadá dejando muchas cosas allí y creyendo en un proyecto tan complicado como el nuestro. Junto con él hemos hecho un camino muy bonito. Tenemos la sensación de que todo va a ir bien».
«Me costó muchísimo entender de qué iba, y al principio no ganaba ni un partido»Otaegi (San Sebastián, 1977) y Unanue (San Sebastián, 1982), los protagonistas de este reto mayúsculo, conforman la élite del curling español. Formaron parte, junto con Leire Otaegi (hermana gemela de Oihane) y Sergio Vez, del equipo que conquistó esa histórica plata mundial por equipos hace tres años en la ciudad canadiense de Kelowna, donde solo la anfitriona pudo con ellos en la final. Aquel hito fue un punto de inflexión para alguien que, como ellos, habían comenzado desde la nada. En 2005 Oihane era preparadora física del equipo de patinaje del Palacio de Hielo Txuri-Urdin, en San Sebastián. Allí se topó con unas piedras que habían dejado de la Federación Internacional y se decidió a probar. «Me costó muchísimo entender de qué iba, y al principio no ganaba ni un partido». Mikel, que viene de la natación, se enganchó poco después, en 2008, para no quedarse al margen de las actividades de su novia. Porque sí, además de compañeros de selección, Otaegi y Unanue son pareja. «Arranco desde el desconocimiento absoluto y sin pretensiones». «Hemos ido subiendo escalones poco a poco», concluye Oihane. «Primero, consiguiendo alguna medallita. Luego, a nivel nacional. Ya hemos tenido la suerte de representar a nuestro país en el extranjero y los Juegos son el siguiente paso».
Todo ese camino no ha sido fácil. Hasta que llegaron las primeras victorias fueron años de grandes sacrificios. «Durante años el curling nos ha quitado todo nuestro tiempo libre y hemos tenido que dedicar muchos recursos y dinero», explica Unanue. «Alcanzar este nivel supone hipotecar el tiempo que otros dedican a estar con los amigos y con la familia», apunta Otaegi. «Siempre se echa en falta tener unas vacaciones de verdad. No recuerdo la última vez que estuvimos cuatro días fuera».
Hoy en día la situación es distinta. Gracias a sus logros forman parte del Basque Team, lo que les otorga una serie de facilidades como deportistas de élite. «Nos sentimos privilegiados de las ayudas que recibimos: Ayuntamiento, Diputación, Gobierno Vasco o las Federaciones vasca y española. Sin ellos habría sido imposible».
La sintonía entre Otaegi y Unanue es casi perfecta, pero aún así hay un punto de fricción entre ellos que resuena en la despedida. ¿Ayuda o perjudica ser pareja a la hora de competir? No se ponen de acuerdo. «Esto es como un cuchillo, según para qué lo utilices ayuda o puede ser muy peligroso», describe Mikel. «El deporte nos ha ayudado a conocernos mucho más, a ver que estamos llenos de peculiaridades y que somos muy diferentes. Al final yo creo que el hecho de estar juntos es beneficioso. Nunca hubiera disfrutado tanto de este deporte si no hubiese sido con ella al lado». Oihane duda un poco más: «Lo que puede parecer una ventaja en nuestro caso fue un pequeño hándicap. Es algo que hemos trabajado mucho. Desde aquí le doy las gracias a nuestro psicólogo. Además de ayudarnos en el terreno mental para la competición nos ayudó a encajar nuestras personalidades y a optimizar nuestro modo de entender el juego».