Ingresa la Fórmula 1 en una dimensión desconocida y de potente debate diplomático, Arabia Saudí, y a nadie le tiembla el pulso porque el principal horizonte de este deporte es su santidad el dólar. Pero Arabia Saudí paga 50 millones de euros por acoger una carrera al año. Es el país de maltrecha reputación respecto a los derechos humanos, donde la mujer está sometida a la tutela masculina, representa el 5 por ciento del sistema laboral y en 2018 obtuvo el permiso para conducir y donde la pena de muerte es un método de justicia habitual. Seguramente, la nación que más abona por el canon a los propietarios de la F1. Arabia, que ya ha acogido el Dakar, la Fórmula E, Supercopas de fútbol y torneos golf, muestra un circuito urbano rapidísimo, en el que se espera una velocidad promedio de 250 km/h solo inferior al de Monza, de una longitud solo superada por Spa, 27 curvas que en realidad son 6, que asusta a los pilotos por los muros cercanos y las estrecheces, que se corre de noche... Y que se ha terminado de construir el jueves por la tarde, los últimos retoques antes de que este viernes se lanzaran los coches a la pista. Difícil encontrar más alicientes.
El hábitat natural de la Fórmula 1 es una burbuja sin resquicios, en la que prevalecen las curvas rápidas o lentas, la carga aerodinámica y la mezcla de neumáticos antes que la situación política o social de los veintitantos países que visitan o las condiciones de vida de la población. No suele haber dilemas éticos en la F1, ni en las revueltas sociales de Bahréin, las favelas que rodean Interlagos en Sao Paulo o la pobreza extrema que circundaba el circuito de Buddh en la India.
Casco por la homosexualidad
Tampoco habrá disyuntivas sociales en Arabia saudí, más allá de los gestos que han protagonizado algunos pilotos. Lewis Hamilton, que lideró la cruzada del ‘Black Lives Matter’ (’Las vidas negras importan’) después de la muerte de George Floyd y que tiene resuelta la vida de sus bisnietos, ha vuelto a emerger por encima de los pensamientos de sus colegas. «¿Me siento cómodo aquí? No diría que sí, pero no es mi elección estar aquí. Mi deporte ha tomado la decisión de estar aquí y si está bien o mal, creo que lo importante mientras estemos aquí es crear conciencia». Y añadió: «Estamos obligados a asegurarnos de que tratamos de ayudar a aumentar la conciencia, en particular los derechos humanos en estos países a los que visitamos, con el mayor respeto. No pretendo ser el más conocedor o tener la mejor comprensión de alguien que ha crecido en una comunidad como esta y está muy afectado por ciertas reglas».
El británico, que se está jugando el título con Verstappen, lucirá un casco con los colores en favor del colectivo homosexual, al igual que hizo en Qatar, país donde se persigue a los homosexuales.
Sebastian Vettel se ha preocupado este año más que nunca por las cuestiones relacionadas con la igualdad y en Arabia Saudí promovió el jueves un kárting solo para chicas. Contraste con las normas de un país que no ha permitido que las féminas condujesen vehículos hasta hace tres años. Hechos y no solo palabras. «Hay muchas preguntas que se ha hecho todo el mundo y que yo mismo me he preguntado. Siempre se ha prestado mucha atención a los ejemplos negativos cuando se habla de las deficiencias de ciertos países en lo que respecta a los derechos humanos, así que intenté pensar en los aspectos positivos».
Seis mujeres participaron en el evento y Vettel mostró su empatía hacia ellas. «Lo cierto es que me inspiraron sus historias, sus antecedentes y la positividad sobre el cambio que se percibe en el país. Si miramos a través de una lente occidental, todavía hay muchas cosas que deben mejorarse y abordarse. Pero algunas cosas están cambiando y para esas personas hay una gran diferencia».
Obras a última hora
Las particularidades sociales y políticas del régimen saudí no son los únicos ingredientes de un fin de semana que anuncia emociones fuertes, como ya se apreció ayer con el tremendo accidente de Charles Leclerc y el Ferrari destrozado contra una pared. El circuito de Fórmula 1 se ha construido en nueve meses, de abril a diciembre, y durante las últimas semanas generó muchas dudas respecto a si estaría terminado para estas fechas. La pista está y los bólidos rodaron a toda mecha, aunque no así los accesos. Algunas zonas se encuentran aún en obras, con operarios trabajando para poner a punto un escenario que ha provocado tensión en los primeros ensayos.
Mercedes realizó una predicción de velocidades sobre las 27 curvas de Jeddah y determinó que 22 se tomarán a más de 200 km/h, cuatro lo harán a más de 300 km/h, y las tres lentas se negociarán a unos 100 km/h. Solo hay una de más de 90 grados. Y el promedio de velocidad de la vuelta a la pista superará los 250 km/h. La proximidad de los muros aventura la presencia del coche de seguridad al mínimo accidente durante la carrera del domingo.
Un circuito de apariencia peligrosa por la estrechez y las paredes cercanas. «Como piloto, tratas de no pensar en esto, sino en confiar en los estándares de la FIA. Sí hemos hablado los pilotos en que si hay un choque tres segundos delante de ti, estamos haciendo más de 250 km/h en cada curva y no va a haber tiempo para que reaccionemos», dice Carlos Sainz.
Checo Pérez opina que «la pista es realmente rápida, pienso que puede asustar, equivocarte en este lugar puede ser muy costoso».