Camaleónico como pocos, el movimiento neonazi ha mutado su color de piel en pro de una aceptación social de la que jamás ha gozado. Recogidas de alimentos solo para españoles, okupaciones de inmuebles vacíos para acoger a personas sin hogar, entregas de víveres en hospitales y residencias durante el confinamiento... acciones, todas, lanzadas por marcas de nuevo cuño, que de un tiempo a esta parte han roto la posición hegemónica de los tradicionales partidos políticos. Solo así se explica que detrás de la amalgama de grupúsculos neonazis (disfrazados de falsas asociaciones vecinales) que tiñeron de odio las calles de Chueca, no hubiera un liderazgo claro. Ni siquiera el de Alberto Ayala de Cantalicio, viejo conocido de la Brigada de Información... Ver Más