La UE emparejará el piso para sus empresas, sometidas ya a reglas de cuidado ambiental que no son impuestas en China o en México, por ejemplo.
La imagen infernal del mar en llamas es terrible y ojalá no pasara de un daño limitado y de los videos que dieron la vuelta al mundo. Lamentablemente, no será así.
Quienes saben del tema conocen la dimensión del problema y la imagen de ese incendio junto a una plataforma petrolera le vino en mal momento a México:
Justamente en estos días, la Unión Europea prepara castigos a las empresas de todo el mundo que quieren vender allá productos como acero, cemento y vidrio y que dependen de combustibles fósiles o de electricidad producida con estos.
Mordor llamó el escritor JRR Tolkien a esa región ficticia desolada de su novela El Señor de los Anillos, una zona en donde se ubica la fortaleza de Barad-dur, en cuya torre destaca un gran ojo de fuego, similar al que fue registrado en las costas de Campeche.
Para México fue evidencia de lo que ocurre siempre, pero tal vez nadie quiere ver.
Más de la mitad de los celulares de este país cargan su batería gracias a un ojo muy probablemente más grande que ese. Es un montón de combustóleo, diésel, carbón y gas natural permanentemente encendido y repartido en las plantas de generación que suministran más de la mitad de la energía de las redes eléctricas del país.
La quema de los mismos combustibles permiten prender hornos para fabricar acero, vidrio, cemento, amén de la electricidad que esa producción y toda la manufactura requiere: pantallas, coches, máquinas que con frecuencia terminan en naciones europeas.
Hasta ahora, los costos incluidos en las finanzas de las fábricas y el resto de las empresas incluyen materias primas, mano de obra y otros gastos, pero no los costos ambientales que sí pagan todos los demás, aunque no compren sus productos. Eso está a punto de acabar.
Una nueva forma de ‘aranceles’ ambientales está en gestación en Europa, que será aplicado a sus proveedores.
La intención es poner el piso parejo para sus ciudades, sometidas ya a reglas de cuidado de la ecología que no son impuestas de igual modo en China o en México, por ejemplo.
Eso, a la vista de los europeos, deriva en la llegada de importaciones que pueden cotizar por debajo de los precios que ofrecen firmas francesas, españolas o alemanas.
Ellos llaman carbon leakage o ‘fuga de carbono’ a las inversiones de empresas globales que van a dar a otros países que son ‘indulgentes’ con la contaminación de las empresas y que por esa razón terminan generando empleos en otras latitudes.
Por eso, la Comisión Europea redacta el Reglamento del Mecanismo de Ajuste de Fronteras de Carbono (“CBAM”, en inglés) que podría ser presentado el 14 de julio de 2021. Los europeos quieren usarlo como una herramienta política para alentar a otros países a reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero.
Uno de los peores gases de ese tipo es el metano, que tiene un efecto mucho mayor que el bióxido de carbono en la atmósfera, evitando que salga el calor del planeta. De acuerdo con lo dicho ayer por el presidente Andrés Manuel López Obrador, fue una fuga de ese gas la que motivó el fuego en el mar, cuando un rayo brindó la chispa.
Pronto los europeos cobrarán el uso directo e indirecto de petróleo, gas y todas las fallas en su producción, a las empresas que compran energía a Pemex, CFE y las grandes compañías de su tipo en el mundo.
Justo cuando planean esos castigos, al Golfo de México le prendieron lumbre. ¿Si esos castigos resultan caros, quién querrá venir a producir en el país?
El autor es director general de Proyectos Especiales y Ediciones Regionales de El Financiero.