Cuando todos los coherederos son dueños del todo por participaciones indivisas suelen aparecer los conflictos
Nunca es fácil poner de acuerdo a distintas personas en torno a una decisión tan importante como puede ser la venta de una vivienda o inmueble al que se tiene especial cariño. Máxime cuando allí has desarrollado buena parte de tu infancia y adolescencia y guardas algunos de tus mejores recuerdos. Encontrar una solución que satisfaga a todas las partes se antoja complicado y muchos coherederos tiran la toalla después de meses o años intentando sin éxito alcanzar un acuerdo con su hermano o hermanos. Pero, ¿verdaderamente existe una solución para este problema? ¿Hay algo que puedan hacer para salir de este callejón?
La respuesta a estas cuestiones es afirmativa. Existen soluciones y más adelante se ahondará en ellas, pero para llegar a ese punto es imprescindible conocer antes por qué se llega a este problema y qué vías existen para anteponerse a una situación como la que se presenta.
El origen del conflicto
El abogado Guillermo Pérez Gómez, socio y fundador del despacho Larson & Co, explica que “los mayores problemas entre herederos suelen venir cuando estos aceptan la herencia, pero no realizan la partición o adjudicación de bienes”. ¿Qué quiere decir esto? El letrado prosigue su exposición diciendo que “la experiencia nos dice que, tanto si hay varios bienes para adjudicarse (solares, viviendas, tierras rústicas…) como en el supuesto de haber uno solo, los herederos son dueños del todo por participaciones indivisas”, de tal forma que “todos son dueños de todo”.
Es ahí donde surgen los conflictos, puesto que no ha existido una asignación previa o partición del caudal hereditario, y entonces empieza a convertirse en habitual que por ejemplo “algún heredero se niegue a pagar los gastos de mantenimiento del inmueble, mientras que otro directamente se niegue a vender”.
Por eso el consejo del abogado, regresando a la idea de la partición o adjudicación de bienes, es en este tipo de situaciones “intentar adjudicar a cada uno la propiedad de bienes concretos para evitar futuros problemas”. Si por algún casual esto no fuera posible y no hay forma de “poder optar a adjudicarse bienes concretos, se puede optar por compensar a una parte económicamente y que el otro heredero se quede con la totalidad del bien”.
Mientras que si no existiera ninguna de estas alternativas, Guillermo Pérez apunta que “la opción definitiva sería vender la propiedad a un tercero y repartir el dinero de la venta en base a la cuota hereditaria de cada coheredero”.
¿Y si alguno de los hermanos no quiere vender?
Si ni con esas se alcanza una solución y la sintonía entre los herederos de cara a la venta del inmueble es imposible, habría que explorar otras vías más concretas. Ezequiel Santana, especialista en Solución Directa, está acostumbrado a trabajar con proindivisos (derecho sobre el total de la propiedad que tiene cada coheredero) y se encarga de explicar cuál es el procedimiento a seguir en el caso de que alguno de los hermanos no quiera vender.
Él afirma que “una vez que la herencia que has recibido ha sido aceptada, repartida y has liquidado los impuestos correspondientes y no hay forma de alcanzar un acuerdo, siempre se puede contactar a una empresa especializada en la compra de proindivisos”. De esta manera, podrías vender tu derecho de propiedad sobre la vivienda, que seguiría estando compartido junto al resto de hermanos y así, al menos, podrías satisfacer individualmente tus deseos de venta. Esta es una posibilidad, otra es que “te puedan ayudar a alcanzar un acuerdo con el resto de comuneros para la venta total de la propiedad o a lograr en el juzgado de forma forzosa la venta de la propiedad”.
Si esto no fuera posible, la última opción para Ezequiel Santana pasaría por “interponer una Demanda de División de la Cosa Común para que sea el juez quien obligue a que la vivienda se venda en una subasta pública y que el dinero obtenido de la venta se reparta entre los copropietarios”.