Pasó el Liverpool a los cuartos de final sin demasiadas ganas, aupado por el resultado favorable de la ida (0-2) y perseguido por sus demonios habituales. Anotaron Salah (mi. 71) y Mané (min. 74), dos goles con sabor añejo pero que no despejaron las dudas de un equipo que ha perdido su identidad.
Empezó el Liverpool rápido, a uno o dos toques y en busca de un estimulante que le recordase el dominante equipo que fue, porque los de Klopp son esta temporada más de ansiolítico, empequeñecidos en el campeonato doméstico
y en su amado Anfield. En la Champions, el seis que llevan
bordado en su camiseta, aún significa algo. Avisó Mané a los cinco minutos y hubo réplica del Leipzig, que entra en área rival sin complejos y de forma numerosa.
Salah remaba por todos, un poco solo, arrastrando el balón por la banda y en busca de que algo ocurriese. Jota casi caza un balón parado con la cabeza. El partido era una prueba para los ingleses, una que no iba de clasificaciones, goles encajados o estadísticas de pases. Buscaban la frenética identidad que se esfumó con el parón pandémico, esa que les llevó a conquistar la Liga de Campeones y la Premier.
Thiago, constantemente criticado el español desde que llegó a Inglaterra, se mimetizaba por instantes con el fútbol de la isla, con chilenas y acrobáticas voleas, movimientos que sustituían su habitual pausa latina, pero que provocaban carreras locales y, por ende, ocasiones. Pero en una primera parte, la anemia no se va.
El segundo acto continuó a su predecesor. Llegaba el Liverpool pero con flojera en las piernas, sin ansias de sangre, con el runrún en la cabeza. Al Leipzig se le contagiaba la actitud, y poco mostraba de ese equipo que hizo sufrir a PSG y Manchester United en la fase de grupos o que aprieta cada semana al Bayern en la Bundesliga. Fue Upamecano, con una robótica carrera, como todo buen central que se precie, quien alentó a los suyos en una jugada que acabó con el balón en el larguero del Liverpool.
Solo una pequeña chispa, la de Salah, que condujo y recortó como en los viejos tiempos, consiguió romper el empate. Anotó el 1-0 el egipcio (min. 71) y solos tres minutos después, Mané finiquitó la eliminatoria con el 2-0. Viejas sensaciones sobre las que reflexionar.
