Si usted es filólogo y se presenta a la prueba de ortografía para ser policía nacional puede que suspenda. Parece una broma pero no lo es. Ocho minutos y cien palabras que debe saber si están o no recogidas en el Diccionario de la Real Academia Española. Más de un periodista no pasaría la prueba. Se encontrará algunas como 'outlet', 'desfibrilar', 'prepago' o 'resetear'. A ese reto se enfrentaron más de 16.000 candidatos a la escala básica hace tres días.
El Sindicato Unificado de Policía (SUP) ya ha cuestionado la prueba y no es el único. «No solamente ha sido objeto de crítica y mofa en diferentes medios de comunicación y redes sociales
(llegando a compararla con el famoso programa «Pasapalabra»)
, sino que a juicio de expertos lingüistas, no sirve para determinar los conocimientos de ortografía de los aspirantes, por lo que, lejos de ser una prueba objetiva de conocimientos, parece responder a un elemento de fácil cribado y selección», explican en una carta enviada al responsable de la División de Formación del Cuerpo.
El sindicato critica el cómo y el dónde y no solo por las palabrejas de marras, sino también por los recintos en que se realizaron las pruebas «supuestamente adaptados a las necesidades generadas por la actual crisis sanitaria, en donde, desacertadamente la División de Formación, a la vista de los hechos que hoy denunciamos, decidió reunir todas las pruebas escritas en un mismo día. Hecho que se convirtió en un grave error», dicen.
Lo que no había trascendido, según denuncia el sindicato, son las condiciones «denigrantes« que tuvieron que padecer miles de opositores, como por ejemplo en Granada, al tener que permanecer en las sedes de examen por períodos de tiempo comprendidos entre 6 y 8 horas. En muchos casos no pudieron ir al baño, comer o realizar breves descansos «situaciones que solo obedecen a la falta de previsión de la División de Formación y no a cuestiones sanitarias ni a los responsables policiales allí presentes. Estos hechos se tradujeron, para muchos opositores, en mareos, o situaciones muy desagradables, motivadas por la imposibilidad de acudir al servicio a realizar sus necesidades fisiológicas»
Pésima imagen policial
Para el sindicato las pruebas suponen trasladar a los futuros compañeros una «pésima imagen policial»; también al resto de la sociedad por lo que suponen de falta de previsión o mala elección de los emplazamientos. Dicen que una vez más la imagen de la Policía se ha puesto en el punto de mira, no por nuestro buen hacer, sino por la falta de previsión, organización y modo de llevar a cabo las pruebas de selección de acceso a la Escala Básica.
No acaban ahí las quejas. Según explican, determinadas academias privadas, cuando aún se encontraban algunos aspirantes realizando los exámenes, ya estaban difundiendo la plantilla oficial de corrección. «En caso de ser cierto nos parece muy grave» e instan a la Dirección General de la Policía a que investigue estos hechos y a que se adopten medidas para solucionar el problema de la polémica prueba de ortografía, «eliminando, adaptando o sustituyendo la misma por una que no ponga en tela de juicio el proceso selectivo y que las preguntas que no sean correctas sean invalidadas».
Ayer, Cristóbal González, un filólogo que se dedica a preparar a los opositores, remitió una carta al director de ABC en la que denuncia el sinsentido en el que se ha convertido una prueba con la que, en su opinión, sólo se busca cribar de forma fácil a los candidatos.
El criterio que se sigue en la prueba, insiste este preparador, provoca que otros términos como 'almóndiga', 'agora', 'usufruto', 'otubre', 'ál' o 'dél', que sí están recogidos en el Diccionario de la RAE, sean correctos. «La prueba, con este modo de corrección, pierde todo su sentido; no en vano, es imposible saberse el Diccionario entero, cerca de 100.000 palabras, para determinar qué vocablos están en él y cuáles no», sostiene.
«Al final hemos de concluir, como han hecho cientos de alumnos, que el objetivo de la prueba de Ortografía no es establecer como criterio básico que un funcionario disponga de unos consolidados conocimientos del idioma que ha de emplear para sus cometidos profesionales, sino establecer una forma fácil de cribar, de fijar un corte entre quienes siguen en el proceso y quienes no», defiende González en el escrito remitido a ABC.
