La tercera ola ya está aquí y el Gobierno del Partido Popular en la Comunidad de Madrid desempolva falsos dilemas, deslizando en sus intervenciones que nos toca elegir entre salud o economía. Debemos decir, sin matices, que se trata de una falsedad. Invertir en salud es invertir en la reconstrucción económica y social. No viene una cosa primero y otra después, simplemente: sin salud, no hay economía.
Agilizaremos la campaña de vacunación si la Atención Primaria funciona al 100%, reduciremos el riesgo de contagios al desplazarnos si doblamos la flota de transporte público, evitaremos el descontrol del virus si multiplicamos por diez los rastreadores, salvaguardaremos la salud de nuestros mayores si medicalizamos las residencias, evitaremos el cierre de miles de negocios si controlamos la pandemia y superaremos la tercera ola si disponemos de personal y medios sanitarios suficientes.
Porque esta pandemia se combate desde lo público y sin el combate a la pandemia es imposible una recuperación económica sostenida en el tiempo. Por eso, todo euro invertido en centros de Atención Primaria con más capacidad, aulas más seguras o transporte público sin aglomeraciones es un euro que contribuye directamente a la reconstrucción económica y social de la región.
Sin embargo, el modelo del Partido Popular durante los últimos 25 años ha remado en dirección contraria mediante recortes y privatizaciones. A medio camino entre el fanatismo ideológico y su fuerte relación de dependencia con un lobby formado por constructoras y empresas amigas que llevan todo este tiempo haciendo negocio a costa del dinero público, el gobierno de Ayuso ha profundizado en esta senda destructora de los servicios públicos.
Sólo así se explica que, en medio de una pandemia, la prioridad haya pasado por un pelotazo urbanístico como el Isabel Zendal que, además de no estar terminado, es incapaz de atender en condiciones a los pacientes. Sólo así se explica que, cuando se debía estar debatiendo sobre cómo impulsar nuevos sectores económicos para dinamizar la región en 2021, aprobasen una ley del suelo que permite construir sin licencia, llegando a encerrar a las diputadas y diputados en la Asamblea de Madrid para sacarla adelante.
Es un modelo que sólo puede recurrir al enfrentamiento contra otras administraciones y a la propaganda porque cuando tiene que abordar cualquier reto los resultados son catastróficos. Es un modelo fracasado que, tras 25 años de corrupción, recortes y privatizaciones, ya no tiene nada que ofrecer
Hoy, junto con el fortalecimiento de los servicios públicos para superar la tercera ola, tenemos que empezar a plantear un nuevo modelo de desarrollo que permita a nuestra región pasar página. Porque si la salvaguarda de la salud es inseparable de la economía, la puesta en marcha de un modelo de desarrollo sostenible para la región es inseparable de unos servicios públicos fuertes, resilientes y bien financiados.
La apuesta de Podemos consiste en modernizar la Comunidad de Madrid para que sea puntera en economía verde. Se trata de reindustrializar nuestra región como palanca que nos permita impulsar la digitilización, el I+D+i, la justicia social, la sostenibilidad, la igualdad de género y la dignificación de los cuidados.
En lo concreto, nuestro modelo es el que moderniza la gestión de los residuos para hacerla sostenible y crear empleo estable, el que apuesta por las energías renovables para dejar de depender de un petróleo que tenemos que traer de fuera, el que confía en una fábrica de automóviles eléctricos en vez de un centro comercial para llevar riqueza a nuestras comarcas, el que invierte en una empresa pública de cuidados para que dramas como el de las residencias no se vuelvan a repetir, el que apuesta por la vivienda pública para bajar los precios o el que promueve una fiscalidad patriótica para que los millonarios empiecen a pagar impuestos como hacemos el resto de madrileñas y madrileños.
Detrás de cada UCI desbordada viene un centenar de negocios cerrados. Detrás de cada contrato a una empresa amiga estamos perdiendo tiempo para vacunar a la población más vulnerable. Detrás de cada política de Ayuso sufrimos más en el presente e hipotecamos nuestro futuro.
Por eso, combatir los falsos dilemas es tan importante: porque nos jugamos la salud, nos jugamos la economía y nos jugamos la región.