Su irrupción en el panorama editorial fue imprevista, como ocurre siempre que una nueva voz rompe con el orden establecido. «Quieren oír lo que siempre han oído. Pero olvidan que cada siglo se necesitan cinco o seis hombres con talento para rescatar al arte del anquilosamiento y la muerte», decía.
Él, Charles Bukowski (Alemania, 1920; Estados Unidos, 1994), no se sentía pleno si no notaba «el rugido de las palabras» en su interior. Por eso bebía: «Bebo casi todas las noches y escribo hasta las 2 o las 3 de la madrugada. Al día siguiente voy al hipódromo. Es todo cuanto necesito».
Sus poemas, también su prosa, eran sórdidos, y mientras el sistema se resistía a aceptarlo los lectores lo...
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