Se tuvo que jugar su futuro en el programa a una carta porque así lo quisieron sus compañeros, que la fueron empujando hacia la puerta de salida. Y, por si fuese poco el reto, esa carta era china, una cocina muy alejada de la tradicional, que es la que más domina. Demasiados obstáculos para Celia Villalobos, que desde el primer momento sintió la prueba final como una encerrona de la que no supo salir.
La ex ministra se convirtió así en la décima expulsada de una edición de «MasterChef» que ya tiene a sus seis semifinalistas: Flo, Ainhoa Arteta, Nicolás Coronado, Raquel Meroño, Josie y La Terremoto de Alcorcón.
Una prueba escultórica
La noche arrancó con la prueba más artística de lo que va de edición. Se trataba de replicar las muy originales tartas de Eva de Haro, de «Tartísstica», que son como esculturas realistas. Donde el espectador y los aspirantes veían una bota o un maletín lo que había en realidad era un postre. Más dulce todavía fue la compañía de los concursantes: su pareja en este primer desafío fueron hijos, amigos o familiares, todos ellos niños o jóvenes.
Por haber sido elegida la mejor de la prueba de exteriores de la gala anterior, correspondió a
Raquel Meroño
, que estuvo acompañada de sus hijas
Martina y Daniela
, repartir los platos entre sus compañeros. A
Flo
, que formó pareja con su pequeña amiga
María
, le endosó la elaboración más complicada: una
huevera
(bizcocho, buttercream y ganache). El
chuletón
(bizcocho y buttercream), que era la propuesta más fácil de ejecutar, se la adjudicó a
Alma
y a su abuela
Celia Villalobos
, esa señora que llama«avatar» al abatidor.
A La Terremoto de Alcorcón y a su sobrina Julia, que por momentos puso más empeño que la tía, les correspondió replicar una lata de refresco (bizcocho y buttercream). El jurado elogió el trabajo de la pequeña, a la que veremos –seguro– en el «MasterChef Junior».
Una bota (bizcocho de chocolate y mermelada de fresa) fue el reto escultórico del estilista Josie y su amigo Diego («mi mano derecha total», destacó el estilista). El resultado fue catastrófico: «Un 'León come gamba', pero dulce», admitió el estilista, que bautizó su propuesta como «Prada amorfa». El jurado lo mandó directamente a la prueba de eliminación.
Nicolás Coronado creó un maletín (bizcocho de chocolate y mermelada de fresa) con su prima Jara, hija de una de las aspirantes expulsadas en esta edición, Lucía Dominguín. Estéticamente quedó «logrado», según Samantha Vallejo-Nágera, pero el interior no estuvo a gran altura.
«La actitud ha estado muy bien», elogiaron los chefs la huevera de Flo y María. La estética también estuvo a la altura, y el interior era comestible.
Ainhoa Arteta y su hijo Iker tuvieron que modelar un ovillo (tres capas de bizchoco relleno con buttercream). «Está buena, está rica», elogió Jordi Cruz la tarta.
Celia y su nieta hicieron un chuletón de doble altura, nada estético y que duplicaba al original que tenían que replicar, pero les salvó que el interior estaba «jugoso y rico», según el jurado.
Raquel Meroño y sus hijas tuvieron que crear una fresa gigante (bizcocho y buttercream). Estéticamente, lo bordaron: «Podéis estar orgullosas», elogió Jordi Cruz tanto el aspecto como el sabor. La actriz y sus hijas fueron elegidas las mejores de la prueba, con lo que la mamá sumaba tres retos consecutivos como número uno. «Estoy en el mejor momento de mi vida», resumió. La medalla de plata recayó en Ainhoa Arteta y su hijo.
En «Roto» de Ibiza
La prueba de exteriores llevó a los aspirantes a Ibiza, en concreto al restaurante Roto, regido, entre otros, por Jorge Brazález, ganador de «MasterChef 5». El reto tenía premio gordo: los ganadores se convertirían automáticamente en semifinalistas de la edición.
Meroño tuvo que liderar las dos cocinas. «Es una muestra de confianza por nuestra parte», explicó Jordi Cruz. La actriz también seleccionó los equipos. Flo, Ainhoa y Nicolás, en el azul. En el rojo, Josie, Celia y La Terremoto. No pareció de entrada muy contenta la ex ministra con sus compañeros, pero no rajó, como habría hecho nueve programas atrás. «Aquí he aprendido a obedecer», admitió.
Tenían que cocinar para 70 comensales. Ensaladilla López con un carpaccio de gamba roja y pollo de payés al estilo Alhambra era la tarea del equipo azul. La del rojo, rape Brazález con espuma de patata y jugo de espinas, además del postre, consistente en una tarta acompañada de helado de galletas.
La prueba consistió básicamente en gastar el nombre de Raquel Meroño. La reclamaban a izquierda, derecha y centro. Los concursantes, Jordi Cruz y Pepe Rodríguez. Todo el rato y a gritos. Hubo un momento en que aquello más que una cocina pareció una guardería en hora punta de estrés con los niños y las niñas gritando «profe, profe» cada diez segundos. Más que una capitana parecía una malabarista. Se vio desbordada. En esas condiciones, era imposible que volviese a ser la mejor del reto. De hecho, fue la peor, al menos a juicio de los chefs, que la mandaron directamente al mismo sitio que a Josie, o sea, a la prueba de eliminación. Penó así haber dejado a los equipos a la deriva justo al lado del mar.
«Se me ha ido de las manos. No he estado a la altura», reconoció Raquel Meroño, que acabó llorando tras escuchar a los chefs. «Ha hecho todo lo que podía hacer», la disculpó Celia Villalobos. Pero en el fondo sabía que no, que estaba mintiendo, algo que en la que fue su profesión durante décadas es habitual. El rape del equipo rojo no estaba bien rebozado. En cuanto al postre, obra de Josie, el estilista se entregó aunque estaba condenado de antemano; su actitud fue elogiada, no así el resultado, pues «era un mazacote».
«No habéis parado de currar», fue el primer elogio que se llevó el conjunto azul. Pero no el último. «La ensaladilla ha salido riquísima» fue el siguiente. Aún hubo más, en este caso dirigido al autor del pollo, Flo: «Contento me tienes, pero muy contento, con el pollo. Ese pollo se va a recordar en esta isla y en este concurso«, juzgó Jordi Cruz. El humorista fue elegido el mejor aspirante. Se ganó así el billete a semifinales, junto a sus compañeros Ainhoa Arteta y Nicolás Coronado.
Comida china para acabar
La comida china fue la protagonista del último desafío de la noche. El menú fue diseñado por Nathan, exaspirante de «MasterChef 5», y su suegro José María Kao, del restaurante barcelonés Mr. Kao.
Los cuatro delantales negros se enfrentaron en duelos de a dos. Tres se salvaban y uno se tendría que ir. Las oportunidades no fueron iguales para todos. Flo, el mejor de la prueba de exteriores, tuvo el privilegio de elegir al primer duelista: optó por Raquel Meroño, de modo que solo perdiendo tres duelos seguidos sería eliminada. Esta decisión del humorista enfadó un tanto a Celia Villalobos, que esperaba ser la elegida.
La actriz eligió como primer rival a Josie, no porque la considerase inferior sino por haberle endosado la complicada bota («come gamba») en la prueba inicial.
«Bao Zi de huevo poché y trufa» fue el plato del Raquel versus Josie. A la actriz su propuesta le quedó cruda. Al estilista, cruda y dura. Meroño se unió así, con gran jolgorio, a la nómina de semifinalistas.
«Jiao Zi de codorniz en reducción» fue el segundo reto asiático. Josie señaló como rival a La Terremoto de Alcorcón. Celia Villalobos quedó así de nuevo en el banquillo, lo que equivalía a que se jugaría el adiós al programa a cara o cruz con el perdedor de este segundo duelo. La ex ministra vio estrategia en esta decisión: «Ellos piensan que yo soy muy fuerte y me quieren echar», reflexionó, nada modesta, ante cámara.
«La salsa está rica», elogiaron el plato de la cantante. La de Josie estaba fuerte, pero el resultado general fue superior, y se ganó así el billete a semifinales.
«Hakao relleno de carabineros» era la propuesta culinaria que se escondía en la última campana. Terremoto versus Celia. Ese fue el duelo definitivo. La ex ministra se puso muy nerviosa, y perdió tiempo y concentración lanzando reproches al resto de los aspirantes: «Mis compañeros sé que no se van a alegrar si gano este reto yo».
A la malagueña el plato le quedó fuerte de jengibre, hasta el punto de que se comió el sabor del carabinero hasta dejarlo en la nada. Pero eso no fue lo peor: la forma no era, ni de lejos, la solicitada.
A la Terremoto el carabinero le quedó «rico». «Tiene buena proporción con la masa», juzgó el chef José María Kao.
La suerte estaba echada, para desgracia de la ex diputada. «Me llevo amigos y conocer mejor a la gente», dijo antes de entregar el delantal. Se despidió con un pronóstico: los tres finalistas serán, a su juicio, «Nico, Terre y Josie». Y ganará el primero.