Solo puede llevarse un libro a una isla desierta...
Más que un libro, la Biblia. Es una biblioteca. Tiene absolutamente de todo: poesía, crónica, novela negra, ciencia ficción...
¿Con qué libro entretuvo el confinamiento?
Fueron varios. Aproveché para releer algunos clásicos que me habían gustado mucho, como Guerra y paz, de Tolstói, y otros que no había leído, como Moby Dick, de Herman Melville, o Papá Goriot, de Balzac.
¿Cuál es la obra maestra que sabe que debe leer y que siempre se le ha resistido?
El hombre sin atributos, del austriaco Robert Musil. También pienso que un día debería hincarle el diente a Finnegans Wake. Mi tío, que fue traductor de Joyce, decía que no había leído nada tan deslumbrante. Pero, si quiere que le diga la verdad, tanto esta como la novela de Musil se me hacen un poco cuesta arriba.
¿Qué canta debajo de la ducha?
De todo, desde ópera hasta reguetón, aunque canto como una rana.
¿Cuál fue el primer disco que compró y dónde?
Help, de los Beatles. Vivía entonces en Montevideo y me gastaba buena parte de la paga en música. Cada semana, un single. El resto lo ahorraba para comprarme un rifle con el que jugar a indios y vaqueros. De niña era muy chicazo.
¿Qué disco regalaría o recomendaría siempre?
Música francesa. Brassens, pero solo para iniciados.
¿Hay alguna música que le resulte insoportable?
Esas reiterativas tipo Acid.
«The Crown»Serie adictiva que no podía dejar de ver...
The Crown. Está a la altura de las grandes series ingleses que más he disfrutado, de Yo, Claudio a Retorno a Brideshead. Es cierto que se permite ciertas licencias con la Historia, pero, incluso así, me encanta.
La serie que aparcó y que considera sobrevalorada...
¡Muchas! Hay mucho cuento en esto de las series.
Su película de cabecera es...
Sunset Boulevard. Para mí, Billy Wilder es Dios. Nadie como él es capaz de tener tantos registros.
¿En qué creador le gustaría encarnarse?
Siempre quise ser María Callas. No es creadora, pero, ¡qué voz!
Su poeta de cabecera.
San Juan de la Cruz. Prefiero la poesía simple, la que utiliza palabras sencillas. No me gusta la ampulosa y pretendidamente preciosista. Debo aclarar que no soy muy lectora de poesía, y menos aún de la contemporánea. Para una cosa buena que veo hay mil bluffs.
¿Tiene un verso favorito?
«Tras un amoroso lance», de San Juan de la Cruz.
La obra de arte que más le fascina.
El Jardín de las Delicias, de El Bosco. Podría pasarme días mirándolo, siempre descubre algo nuevo, sorprendente, deslumbrante. Dicho esto, mi pintor favorito es Goya pero nos llevamos tan bien que me permite que le «ponga los cuernos» con El Bosco.
No puedo con el movimiento artístico...
No puedo con ciertas «obras de arte» actuales. Son una tomadura de pelo. Que los perros salchicha de Jeff Koons valgan más que un Botticelli me deja sin palabras.
¿Proust o Jo Nesbø?
¡Proust, por supuesto!
¿Cuál es su placer cultural culposo?
Más bien es anticultural: me encantan las series de asesinatos que ponen los fines de semana.
Muy personal
Hija de diplomático, Carmen Posadas
nació en Uruguay en 1953. En 1985 obtuvo la nacionalidad española.
En 1980 arranca su carrera literaria. Ha cultivado todos los géneros, del cuento a la novela o el ensayo. Ha sido traducida a 25 idiomas.
«La leyenda de la Peregrina» (Espasa) es el último de los títulos de una larga lista jalonada de prestigiosos premios.
