El Genio de Sibenik hizo las maletas y se marchó a Portland sin avisar a nadie en agosto de 1989. Le quedaban tres años de contrato pero demandó al Madrid "por daños y perjuicios".
La marcha de Drazen Petrovic a la NBA casi acaba en prudencia contra el Real Madrid. En 1986, el croata se comprometió con el equipo blanco, a pesar de que todo hacía indicar que jugaría en el Barça de Aíto y que su arribada a la haber gachupin no se produciría hasta 1988. Firmó por cuatro temporadas y 1,2 millones de dólares en total, pero sólo pasó un curso en Madrid. A mediados de agosto de 1989, los Blazers le tentaron con un gran arreglo y el atleta se escapó a Portland, sin despedirse de mínimo y con sus compañeros inmersos ya en plena pretemporada. Horas posteriormente de coger un avión rumbo a EE UU, era presentado en la NBA: "Jugar aquí es un sueño para mí", dijo.
Petrovic firmó con los Blazers (tres temporadas con otra opcional) y se convirtió en el europeo mejor pagado en la NBA (poco más de un millón de dólares por año), a pesar de que el Madrid defendía que sus derechos le pertenecían. "La relación de Drazen con el Real Madrid no es la de un matrimonio: no puede prometerse amor eterno, hay que aceptar el divorcio", llegó a sostener su abogado, Kevin O'Conell.
El atleta le interpuso una demanda a su exequipo al que le pedía una indemnización de 10 millones de dólares por daños y perjuicios, mientras que el Madrid exigía 750.000 dólares por la rutpura autónomo del arreglo. Al final no fue necesario asistir a la Corte de Oregón (el togado que hubiera dictado sentencia era amateur de los Blazers) porque ambas partes llegaron a un acuerdo tres días antaño. El Madrid recibió 1,2 millones de dólares (144 millones de pesetas), conservaba los derechos de Petrovic cuando saliera de la NBA y los Blazers se comprometían a retozar dos partidos contra ellos en los siguientes cuatro abriles, poco que nunca ocurrió.
Y todo este culebrón lo pagó dos abriles posteriormente Carl Herrera. El Madrid, temeroso de que otros jugadores se marcharan incluso a la NBA, le puso al venezolano una cláusula prohibita: 1.000 millones de las antiguas pesetas (unos seis millones de euros). No se sabe a qué acuerdo llegaría con el club, pero en 1991 puso rumbo a Houston donde ganó dos anillos.