El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ha vuelto a hacer lo que dijo que nunca haría: pactar con los herederos de ETA. Pese a que hubo un tiempo en el que el líder socialista negaba todo acuerdo con Bildu, hoy, el visto bueno de Congreso a la tramitación de los Presupuestos Generales del Estado llevan el sello de la formación abertzale.
Ya en su primera etapa como secretario general del PSOE, en 2015, se comprometió a no pactar con Bildu si llegaba a la presidencia del Gobierno. «Con Bildu no vamos a pactar. Si quiere se lo repito cinco veces o 20. Con Bildu, se lo repito, no vamos a pactar», dijo de manera tajante durante una entrevista concedida a Navarra TV.
Por aquel entonces, el PSOE, decía Sánchez, tenía unas «líneas rojas» que no podía cruzar: era garante de las instituciones, de la lengua oficial del Estado y de la libertad de expresión.
Posteriormente, en una intervención en el hemiciclo del Congreso de los Diputados, el líder del PSOE afirmó que no iba a permitir que la gobernabilidad de España descansara en partidos independentistas o en aquellos que «querían romper España». «Lo he dicho en público y en privado. Y lo digo aquí para que conste en acta», sentenciaba en 2016 el líder socialista.
«Con Bildu no se acuerda nada»
«El Partido Socialista de Navarra y el Partido Socialista Obrero Español tenemos la misma posición: con Bildu no se acuerda nada», dijo Sánchez, ya como presidente del Gobierno en funciones, en una rueda de prensa, en junio de 2019.
Una posición que también defendía en aquellas fechas la vicepresidenta del Gobierno, Carmen Calvo, al ser preguntada por las negociaciones en Navarra con la izquierda abertzale, en declaraciones a la prensa: «EH Bildu no es socio de gobierno para el PSOE en ninguna de sus formas».
La ministra de Presidencia reiteraba que «no entraría en ningún tipo de negociación con esta formación en Navarra. «Esto es un asunto que está claro, siempre ha estado claro y por tanto no tenemos que volver a decirlo. El PSOE no cuenta con Bildu ni ahora ni en ninguna forma de concertación de gobierno», sentenciaba.
«¡Qué barbaridad, señor Casado!»
Por otro lado, Pablo Casado, presidente del Partido Popular, le preguntaba a Sánchez en el debate electoral previo a las elecciones que culminaron con el primer Gobierno de coalición: «¿Con quién pactará usted, señor Sánchez? ¿Con ERC y Bildu?». «¡Qué barbaridad, señor Casado!», respondía Sánchez con teatral asombro, sin ofrececer ningún argumento.
Sin embargo, a principios de 2020, el pacto en Navarra para que los herederos de ETA facilitaran los primeros Presupuestos del Gobierno de María Chivite supuso una alianza sin precedentes en la historia de España. Un preacuerdo sobre los Presupuestos Generales de Navarra que, como ha dicho su portavoz, Bakartxo Ruiz, en el Parlamento Navarro, «se cerrará esta semana».
Acuerdos y pactos como el de la reforma laboral, en pleno estado de alarma, sirvieron de trampolín para que la antigua Batasuna se consolidara como socio preferente del Ejecutivo en los Presupuestos Generales del Estado.
El Ejecutivo ha tachado los Presupuestos de «progresistas y de país, para que nadie quede atrás», mientras que para Otegui representan un garantía de «más derechos para el pueblo vasco y sus trabajadores». Y que no es más que una sumisión del Gobierno a un partido cuyo líder tiene raíces terroristas y un pasado manchado de sangre, y al que Pablo Iglesias, vicepresidente del Gobierno ha llegado a calificar «hombre de paz».
Ya no existe veto del PSOE a Bildu. Lo que hace unos meses parecía imposible, ahora es una realidad, pese a que hace poco más de un año, Calvo dijera: «Los socialistas somos gente de fiar y todo el mundo sabe con nosotros a qué se puede atener y cuáles son los principios y las líneas que no pasamos. Tenemos una línea roja que todo el mundo conoce».
