En México el cambio en la dieta provocada por la introducción de un conjunto de alimentos y bebidas “chatarra”, sobre todo con alto contenido calórico y de sodio, así como otras sustancias que pueden resultar dañinas a la salud, ha orillado a la población a cambiar sus hábitos de consumo que sobre todo se asocian a la pobreza, ocasionado una serie de enfermedades como la diabetes, que algunos denominan ahora diabesidad, (que junta las palabras diabetes con obesidad), es decir este tipo de alimentos no solo no nutren sino que favorecen el sobrepeso y la obesidad y las enfermedades asociadas a esta condición.
Lo cual se hace más evidente ante la pandemia del Covid19 cuando las personas con obesidad o diabetes resultan población de riesgo. Este tipo de alimentos chatarra afectan sobre todo a la clase pobre del país, cuando este tipo de alimentos y bebidas no solo complementan la comida, sino que algunas veces la sustituyen.
Pues el problema de la comida chatarra es mundial y México se ha quedado corto por más que se cause un gran revuelo por la prohibición de su venta en los estados de Oaxaca y Tabasco y de que todo esto provoca un nuevo enfrentamiento entre el gobierno y el sector privado. Sobre todo Ciudad de México es quizás el centro de consumo de comida chatarra más elevado del país, y ahora también se pretende prohibir la comida chatarra, y aunque esto es un asunto de salud pública, las corporaciones que producen este tipo de alimentos pretenden priorizar sus beneficios económicos por encima del bienestar de la población.
Sin embargo, parece que la enorme capacidad de manipulación mediática y de control factico de estas compañías mantiene inmovilizados a muchos estados de la República, entonces me parece que deberían aprobarse leyes federales de salud que prohibieran la venta este tipo de productos para unificar los criterios en todo el país.
Y la Cofepris, responsable de proteger la salud de los mexicanos, parece paralizada cuando debería normar los contenidos de este y todos los tipos de alimentos y bebidas, además de exigir que, para el conocimiento del consumidor, se etiqueten en los productos y establecer que sustancias deben ser porcentualizadas y cuáles son los límites permitidos de las sustancias que contienen -incluso a productos importados, porque luego agarran a México como tiradero- y establecer multas y sanciones para quienes atenten contra la salud pública y establecer verificaciones continuamente, de tal manera que se asegure la salud de los mexicanos.
