"En el entorno de Cayetana se equivocaron; pensaron que 'Teo' iba por libre y no es así: no hay nada que haga o diga que no esté avalado por Casado. Echarle un pulso era echárselo a Casado. Lo han perdido". Así resume una fuente del PP muy bien relacionada con la dirección el conflicto que durante un año han librado dos de los dirigentes más próximos al presidente de los populares. Hasta este lunes.
Los recelos comenzaron prácticamente el día en que Álvarez de Toledo fue nombrada, a finales de julio de 2019. Poco más de un año ha durado en el cargo. Como recuerdan varias fuentes del PP consultadas por Efe, su designación creó suspicacias entre los diputados y entre numerosos dirigentes territoriales. Darle ese puesto suponía encumbrar a FAES y a José María Aznar, decían.
Pero también surgieron dudas sobre el perfil de la periodista como responsable del grupo parlamentario. ¿Sabría hacer equipo? Desde el primer momento Álvarez de Toledo impuso su estilo, que en su entorno califican así: "Sin complejos".
Pronto lo demostró: no llevaba ni un mes cuando cuestionó sin tapujos la gestión de Alfonso Alonso al frente, entonces, del PP vasco. A finales de septiembre del 19 se disolvieron las Cortes y se convocaron elecciones. Volvió el runrún en el PP para que Casado acometiera cambios después de los comicios y las miradas se desviaron a la portavoz en el Congreso. El líder la mantuvo.
Sin embargo, la primera muestra de que algo chirriaba en la coordinación entre la dirección nacional (Génova) y el grupo parlamentario se percibió durante las negociaciones para la formación de las Mesas del Congreso y del Senado, noviembre de 2019.
El que llevó las riendas fue García Egea, de manera que cuando los periodistas preguntaron a Álvarez de Toledo cuál era el estado de esas negociaciones, admitió que no podía decir nada.
Asegurada la legislatura al salir adelante la investidura de Pedro Sánchez, la portavoz del PP hizo ajustes en su equipo: puso como jefe de gabinete a Alfredo Timermans, próximo a FAES y a Aznar, y se rodeó de personalidades como las de Pilar Marcos o Gabriel Elorriaga.
Antes de que la pandemia del coronavirus congelara la actividad del Congreso, libró un duro debate con el ministro de Fomento, José Luis Ábalos, por el "caso Delcy" (su reunión con la vicepresidenta venezolana en el aeropuerto de Madrid-Barajas).
Y durante la pandemia echó un pulso a la presidenta de la Cámara, Meritxell Batet, por la suspensión de la actividad parlamentaria: "El Congreso no se cierra ni en una guerra", afirmó.
La segunda muestra de que la sintonía del grupo parlamentario con Génova no funcionaba llegó con la configuración de la Comisión para la Reconstrucción Social y Económica tras la crisis del coronavirus. Ana Pastor fue la portavoz y la que encauzó las negociaciones.
Resultó extraño el apartamiento de Álvarez de Toledo si se repara en que los demás portavoces de los grupos lo fueron también en la Comisión. "Algo no va bien en el PP", decían varias fuentes parlamentarias, que intuían ya la lucha interna entre "moderados" y "duros".
Pero lo que hacía distinto este pulso interno era la "pésima" relación entre García Egea y Álvarez de Toledo, en palabras de una fuente del partido.
Ella no cambió su estrategia. Continuó con una actitud muy incisiva en las reuniones de la Junta de Portavoces (ha tenido enfrentamientos muy ásperos con Lastra) y en los debates en el pleno en los que tomaba la palabra: el duelo con Pablo Iglesias en el que le llamó "hijo de terrorista" aún resuena.
Igualmente, ha intentado este verano cerrar un equipo de asesores de su total confianza a pesar de las reticencias de Génova.
Desde este lunes no podrá hacerlo, ni seguir con los intensos cara a cara con la vicepresidenta primera, Carmen Calvo, en las sesiones de control al Gobierno. Previsiblemente los haga a partir de ahora su relevo, la diputada riojana Cuca Gamarra.
La exalcaldesa de Logroño es conocida en el partido por ser dialogante y flexible, amable y afable, pero también muy leal, destacan los que han trabajado con ella. Justo lo que reclama Casado en estos momentos.
Coinciden las fuentes del PP en que el grupo parlamentario cambiará de ciclo. Esperan que se disipe la sensación de aislamiento.
Un aislamiento que complicaba la relación con los demás grupos, pero también entre los diputados propios. Varios lamentan la distancia abismal que había con el núcleo duro de la exportavoz y con ella misma.
El papel de Gamarra no será sencillo. Tendrá que lidiar con el estilo de oposición de Vox y con el de Cs, pero también con las llamadas al consenso del PSOE.
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