Los estadios despoblados causan una sensación extraña, entre abandono e intimidad, de regreso a los orígenes y ausencia de lucimiento. El espectador-jugador que también hace su partido, como usualmente se dice, es un actor que ha ido tomando gran relevancia en la lógica del fútbol como espectáculo que se vive en el momento, además de las crecientes transmisiones televisivas, también incluyendo alguna tomas de lo que acontece en la grada como parte de su programa. En los otros dos partidos disputados en Lisboa, participaron equipos franceses, uno llegando en calidad de favorito y uno cual víctima propiciatoria ante uno de los candidatos a llevarse la orejona.
El París Saint-Germain (PSG), con algunas ausencias, se presentó pronto en la portería rival a través de Neymar, quien echó la pelota por un costado si bien después asumió el liderazgo del equipo; el motivado cuadro del Atalanta reaccionó con entereza a la primera acometida y empezó a conquistar los metros por delante, también generando llegada e incluso sobreponiéndose a los de la ciudad luz con anotación de lucidora trayectoria curva por parte del croata Pasalic, hacia la mitad del primer tiempo. No se veía claro por dónde podría empatar el millonario conjunto ante un entregado equipo italiano que estaba dispuesto a todo después de haber logrado llegar hasta estas instancias. Ante las rutinarias acometidas del cuadro francés, contenidas por la defensa del equipo de Bérgamo, el técnico Tuchel mandó a la cancha a Mbappé, recuperándose de una lesión, al argentino Paredes y al alemán Drexler, o sea, toda la carne ofensiva al asador: poco a poco el dinamismo provocó un asedio tal que por fin llegó el angustioso empate vía Marquinho en el 90’, anunciando los tiempos extra. Pero no: servicio raso de Neymar y Choupo-Moting aparece para impedir el alargue y empujar el segundo para su causa, tres minutos después de haber emparejado los cartones. Cumpliendo medio siglo de vida, por fin el PSG se mete a una semifinal después de 25 años de intentarlo. Los jugadores del Atalanta fueron muy bien recibidos en su tierra, héroes al final caídos pero triunfadores impensables en múltiples batallas.
Por su parte, tras un desarrollo bien controlado por el Olympique de Lyon en los inicios del partido, Cornet lo mandó adelante a mediados del primer tiempo, en el que solo hasta el cierre pareció reaccionar el adormecido Manchester City, después emparejando vía De Bruyne ya en el complemento y a veinte del final. Lejos de achicarse, el conjunto galo, séptimo en la liga local, siguió buscando el contragolpe y consiguió ponerse otra vez en ventaja con el gol de Démbéle,. El equipo inglés tuvo el empate a dos con la puerta abierta pero falló Sterling, que había hecho grandes desbordes y puesto el pase de gol; inmediatamente después otra vez el jugador francés anotó el tercero para sentenciar el partido. De un casi seguro 2-2, el marcador se estableció con un improbable pero al fin justo 3-1, dada la eficacia mostrada frente a la puerta opuesta.
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@cuevasdelagarza
