CORRECCIÓN
Hace una semana, al comentar el hallazgo del rico archivo del fotógrafo aficionado Alberto di Leonardo, dije que no debería sorprendernos tanto este hecho, ya que conforme nos alejemos del siglo XX más frecuente será dar con estos depósitos, ya que la gente fue acostumbrándose a reunir en álbumes las fotografías de la familia en diversos momentos de su vida, viajes, bodas, navidades, cumpleaños, etcétera. Corrijo esta observación o, mejor dicho, la acoto a únicamente lo sucedido durante una parte del siglo XIX y hasta los 90 del siglo pasado, a partir de entonces y principalmente por el advenimiento de las imágenes digitales, esta práctica se ha ido perdiendo, por lo que, efectivamente, encontrarnos archivos tan vastos y bien preservados seguirá siendo una auténtica sorpresa.
NO ME GUSTA
Ya en otra ocasión me había referido a la cancel culture como una manera de silenciar, y si se puede acabar, con todas aquellas opiniones que parezcan o estén en contra de lo que opina la mayoría o lo que se considera políticamente correcto.
A principios de este mes, la World Press Photo, organización con base en Ámsterdam, dedicada a la promoción y reconocimiento de la fotografía de prensa en el mundo, fue acusada de ser una institución basada en un “racismo estructural” y “gestos fingidos”. La acusación viene, sorprendentemente, de ex colaboradores de la organización y empleados de esta que se quejan de que, en el cambio de director y su equipo ejecutivo, solo quedaron funcionarios blancos.
Por la trayectoria de la organización y el papel que ha jugado en la difusión de fotógrafos de África y Oriente, por los premios que ha otorgado, veo difícil que la acusación sea cierta y que mal intencionadamente se hayan posesionado de ella racistas blancos. Que no sea verdad la acusación no quiere decir que haber sido señalada en estos términos tiene para la organización graves consecuencias.
El problema consiste en que basta con que a alguien no le guste lo que haces o dices y lo conecte con alguna tendencia políticamente incorrecta, para que te hagas no solo de enemigos gratuitos, sino pierdas oportunidades que de otra manera habrían estado a tu favor. Finalmente, ¿quién asegura que, por ser negro, amarillo, rojo o de cualquier otro color estás capacitado para ocupar un puesto directivo?, ¿no más bien se debe buscar al más capaz?
ENCUENTRO DE FOTOGRAFÍA
La semana pasada se llevó a cabo el 18 Encuentro de Fotografía, organizado por la Fototeca de Nuevo León y la comunidad de fotógrafos. El encuentro, que en realidad resultó chiquito, estuvo dedicado al tema de la violencia. Inició con talleres desde el lunes y tuvo su momento estelar el miércoles con la inauguración virtual de la exposición Revisión 2020. Fotógrafos de Nuevo León (sobre ella regresaremos en otra ocasión) y la conferencia, también virtual, del conocido Joan Fontcuberta. Jueves y viernes hubo mesas de trabajo y conferencias magistrales, el jueves la ofrecida por Iván Ruiz y la del último día por Itala Schmelz.
Sin entrar en una discusión pormenorizada, ya que no tenemos información común, puesto no asistimos todos a estas charlas, quiero mencionar lo que me parece tuvieron en común, los temas que plantearon y las discusiones que pueden generar.
En primer lugar, parece claro que nos encontramos muy lejos de lo que fue la fotografía en su origen; las imágenes digitales y todo lo que eso implica han llegado para sentar sus reales de aquí en adelante. Esta desmaterialización de la imagen y su ubicuidad nos llevan, en segundo lugar, a cobrar conciencia, de lo inasible que resulta la realidad y que nuestra concepción de ella depende de las imágenes que la ilustren o representen mejor. Tercero, estas imágenes, a su vez, permiten ser leídas de múltiples maneras o de acuerdo con la postura de quien las interpreta. Todas estas opciones, como sabemos desde el giro lingüístico y el luego del giro iconográfico, tienen la misma probabilidad de ser ciertas. De aquí que sea urgente revisar nuestras ideas acerca de las imágenes y su relación con algo que cada día nos es más extraño y que llamamos realidad.
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