El pasado viernes, el vicepresidente segundo del Gobierno y secretario general de Podemos, Pablo Iglesias, y la ministra de Igualdad, Irene Montero, escogieron Felgueras, en Lena (Asturias), para pasar unos días de descanso con sus tres hijos. Sin embargo, sus vacaciones se han visto interrumpidas por el acoso que han sufrido y que les ha obligado a abandonar el pueblo.
Como ya ha informado ABC, solo 24 horas después de instalarse allí se desvelaba su ubicación. La noticia fue recogida por varios medios e incluso se compartieron algunas fotos de la casa en la que se alojaban. Al parecer, la pareja habría recibido amenazas a través de las redes sociales e incluso aparecieron pintadas en las inmediaciones de la vivienda —«Coletas, rata» decía una de ellas— y decidido, por tanto, volver a la capital.
Ayer, Podemos pasó a la carga en sus redes sociales y denunció la situación, de la que acusó «al fascismo y a la extrema derecha», que «siguen su escalada de acoso y violencia». «No asumen su derrota electoral porque no respetan la democracia», rezaba un mensaje publicado en la cuenta oficial del partido.
La formación compartió también los mensajes de varios dirigentes. Pablo Echenique aseguró que «el acoso fascista tiene el mismo objetivo que los juicios "fake", las cloacas y las tertulias difamatorias: agotarnos como humanos para destruir un proyecto. Y un aviso a navegantes para cualquiera que se atreva a pedir impuestos a los ricos o a tocar al Rey».
La delegada del Gobierno contra la violencia de género, Victoria Rosell, manifestó que esta situación no es un escrache, sino acoso o «incitación a la violencia por razones ideológicas contra una familia con menores en su tiempo de descanso». Y subrayó: «Nuestra Constitución se basa en tres pilares: libertad, igualdad y pluralismo político. Esta persecución es fascismo».
Por su parte, el coordinador de Podemos en la Región de Murcia, Javier Sánchez Serna, en otro mensaje compartido por el partido, afirmó que «la impunidad de la extrema derecha ha llegado demasiado lejos». «El acoso a la familia de Pablo Iglesias e Irene Montero no es un problema particular sino de todos los demócratas.
Si ahora se les permite esto, imaginaros si llegan a posiciones de poder. Va tocando plantar cara», añadió.
