El COCO, Yara, Granma.— Mueve la cabeza y suelta las frases con la sinceridad propia de la gente bonachona del campo. «Jamás me hubiera imaginado que iba a hablar con el Presidente», expresa mientras su vista se pierde en uno de los campos de maíz de su finca, Santa Rita, ubicada en El Coco, a tres kilómetros de Yara, donde trabaja hace 31 años. Es decir, desde que apenas tenía 17.
Luis Alberto López Chávez se refiere a dos encuentros que ha sostenido con el mandatario Miguel Díaz-Canel Bermúdez, siempre interesado en potenciar la producción de alimentos.
«Él está muy pendiente de lo que está sucediendo en el campo cubano, de lo positivo y lo malo», comenta este agricultor que el mes pasado, en el Palacio de la Revolución, dio una verdadera disertación sobre buenas prácticas agrícolas en un encuentro del Presidente de la República con científicos y expertos vinculados a asuntos de soberanía alimentaria y nutricional.
«Escribe todo lo que creas que pueda mejorar el trabajo y mándamelo», le dijo entonces el Jefe de Estado a López Chávez, según refleja el sitio digital de la Presidencia.
Y esas palabras espolearon a este hombre, a quien nombran «ingeniero empírico», pues no pudo continuar los estudios tras la muerte de su padre por dedicarse a su finca y tuvo que hacer sacrificios para concluir después la Facultad Obrero-Campesina, pero tiene conocimientos como el mejor especialista.
«Estoy escribiendo y puliendo cada idea, para que no se me quede nada», afirma Luis Alberto, quien además de maíz cultiva junto a unos 20 hombres —en 70 hectáreas—, frijol, garbanzo y soya.
Las plantaciones de frijol en la finca de Luis asombran a los visitantes. Foto: Osviel Castro Medel
En ese «escrito técnico» él también quisiera incluir algunos aspectos que golpean al campo cubano, porque este necesita menos burocracia y más procedimientos prácticos, según sus palabras. «No puede ser que una cosecha te la paguen a los cinco meses o que para obtener un crédito se haga un interminable lleva y trae. Ves a bandoleros que andan por ahí con un fajo de billetes en los bolsillos comprando directo las producciones y llevándoselas para revenderlas», expone con seriedad.
«En Cuba no nos podemos dar el lujo de perder parte de las cosechas, o de demorarnos en llevar los productos al plato de la gente, como a veces pasa», asegura este asociado a la Cooperativa de Crédito y Servicios 8vo. Congreso Campesino, con más de 200 integrantes.
Para él, otra cuestión vital en la agricultura es lograr mejores rendimientos por hectárea. Y para eso habla de aplicar la ciencia y la técnica, diversificar los cultivos para evitar el deterioro de los suelos, emplear el riego siempre que sea posible y usar fertilizantes orgánicos.
Él mismo, cuando comenzó, apenas obtenía una tonelada por cada hectárea. Hoy en ese espacio logra 6,6 toneladas de maíz y tres de frijol, números que piensa seguir mejorando.
«De agricultura he estudiado todo lo que puedo, uso internet constantemente para actualizarme, intercambio experiencias con profesionales, me asesoro con los compañeros de la Universidad de Granma, pero lo que me ha dado el verdadero tamaño de bola es la práctica», sentencia este campesino que gusta de citar a José Martí.
Agrega que ha dedicado casi todos los días de este mundo a sus cultivos, incluyendo sábados, domingos o fechas festivas. «Ese es el secreto. A medida que fui mejorando los rendimientos fui recibiendo más apoyo», explica.
Esa colaboración llegó por diversas vías: la Universidad, el Instituto de Investigaciones de Granos, la propia cooperativa, el Proyecto de Desarrollo Rural Cooperativo en la Región Oriental (Prodecor), financiado por el Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola…
Su finca se ha hecho célebre, también, por los aportes alimentarios a instituciones de Yara (un círculo infantil, una casa de abuelos y el hogar materno) y de modo especial a un pequeño con una enfermedad oncológica.
En sus sembrados, destinados fundamentalmente a la producción de semillas y en los que se fomentan experimentos con diversas variedades, han estado algunos dirigentes del país, como José Ramón Machado Ventura, Segundo Secretario del Comité Central del Partido. Por allí han pasado, además, alumnos que fueron a realizar prácticas laborales o trabajos de diploma, doctores en ciencia e ingenieros.
La roturación de tierras a tiempo es uno de los secretos de la finca Santa Rita. Foto: Osviel Castro Medel
A algunos les ha contado las veces en que ha llorado porque las fuerzas de la naturaleza atentaron contra su tierra, como aquella en que una crecida del río Yara arrancó todos los cultivos del frijol; o les habló de cómo combatir las plagas, aunque para él hay otra plaga de la que se habla menos: los malhechores que roban los cultivos, casi siempre en horario nocturno.
Por supuesto, también ha expresado el orgullo que siente al ver a su hijo, Alberto Luis, trabajando junto él, o la emoción de saber que su pequeña, Elizabeth, pronto se graduará de Medicina.
«Estoy contento con la familia que he logrado crear, con el progreso económico conseguido, pero sobre todo por saberme útil a mi país, que tanto quiero», dice con toda la exaltación a flor de piel.