Alexánder Vijor, de 25 años, fue detenido el domingo por la noche en la ciudad bielorrusa de Gómel, al sureste del país, mientras discurrían las protestas que estallaron tras anunciarse la victoria en los comicios del actual presidente del país, Alexánder Lukashenko con el 80 por ciento de los votos. Vijor fue confinado durante horas en el camión policial y después trasladado a comisaría, en donde estuvo hacinado en los calabozos debido a la enorme cantidad de arrestados que hubo aquel día.
Su familia sostiene que Vijor padecía del corazón y el domingo salió hacia la casa de su novia sin la menor intención de participar en las movilizaciones. Su madre ha asegurado a la prensa que su hijo se empezó a sentir mal ya el domingo a causa de las insufribles condiciones de detención y, al día siguiente, cuando el juez decidió mantenerle bajo arresto, su estado empeoró todavía más. Al final fue trasladado al hospital en donde falleció.
De su muerte se supo el pasado miércoles de boca del portavoz del Comité de Instrucción de Bielorrusia, en cuyo comunicado no se especifica la fecha exacta del deceso. «Fue detenido el domingo en una manifestación no autorizada (...) y su estado de salud se deterioró de repente durante el arresto», señala el comunicado. El órgano judicial aseguró que se llevará a cabo una investigación para esclarecer lo sucedido.
Con este joven son ya dos los muertos a causa de la brutal represión policial desatada contra los participantes en las protestas. El primero, según la autoridades informaron el lunes, murió a causa de las heridas que le produjo un artefacto explosivo que supuestamente se disponía a lanzar contra los agentes en el momento de una carga. Sin embargo, sus acompañantes aseguran que no llevaba consigo nada explosivo y fue una granada aturdidora arrojada por los policías la que acabó con su vida.
Desde el primer momento, los antidisturbios bielorrusos han estado empleando, además de las habituales porras y escudos, balas de goma, bombas aturdidoras, cañones de agua y gases lacrimógenos. La oposición asegura que en Brest, en el extremo suroeste del país, contra los manifestantes se utilizó fuego real, balas de plomo. Además de los dos muertos, hay ya casi 7.000 detenidos, de ellos más de 60 periodistas, y cerca de 300 heridos.
Movilizaciones
Ayer, por quinto día consecutivo, las movilizaciones continúan aunque no con tanta intensidad como los primeros días. En Minsk se han organizado cadenas humanas, cortes del tráfico rodado y grupos pequeños de manifestantes que se disuelven en cuanto la Policía hace acto de presencia para surgir de nuevo en otro punto cercano de la misma calle o de otra adyacente.
En declaraciones a Radio Liberty, la escritora bielorrusa y premio Nobel de Literatura dijo que «el poder está empujando a su propio pueblo a una guerra». Dijo también sentirse orgullosa de la gente e instó a Lukashenko a abandonar el poder sin pérdida de tiempo.
María Kolésnikova, coordinadora de campaña del candidato encarcelado, Víctor Babariko, y una de las aliadas de la candidata de la oposición unificada, Svetlana Tijanóvskaya, declaró ayer a la radio Eco de Moscú que no abandonará Bielorrusia, pese a que se ha producido un intento de detenerla en Minsk y anda cambiando de domicilio para evitar que la encuentren. «No me siento sola. Estoy con mi equipo y con el apoyo de la gente en la calle (...) pero hay colegas arrestados y de algunos no sabemos nada», aseguró.
Tijanóvskaya se encuentra en Lituania desde el martes y, salvo las dos grabaciones en las que relata que fue conminada por las autoridades a salir del país y, según sus colaboradores, obligada a pedir a sus partidarios el cese de las protestas, no ha vuelto a decir nada. El ministro de Exteriores lituano, Linas Linkevicius, declaró ayer que la líder opositora «s
e está recuperando del estrés sufrido y dará a conocer sus planes más adelante». Según sus palabras, «hay que entender que es una mujer joven que nunca estuvo antes metida en política ni en ningún tipo de lucha». Linkevicius dijo que «hay que darle tiempo, ella misma dirá qué hará en el futuro».
Los presidentes de Polonia, Letonia, Lituania y Estonia, Andrzej Duda, Egils Levits, Gitanas Nauseda y Kersti Kaljulaid, ofrecieron ayer su mediación para tratar de buscar una salida a la actual crisis en Bielorrusia. «El aislamiento no es una vía que conduzca al desarrollo y la prosperidad de una nación. Estamos dispuestos a ofrecer nuestra participación como intermediarios para lograr una solución pacífica en Bielorrusia y fortalecer su independencia y soberanía», reza el comunicado suscrito por los cuatro mandatarios. Han pedido a Lukashenko que convoque una «mesa de diálogo» con la oposición y la sociedad civil, cese el uso de la fuerza y ponga en libertad a todos los detenidos. La OSCE también ha pedido hoy a Minsk que pare la violencia.