La famosa «desescalada» ha consistido en lo que se temía: que el Gobierno de Pedro Sánchez se quitaba de encima la «nueva normalidad» y endosaba a las comunidades autónomas la lucha contra los más que previsible rebrotes. Sin embargo, es ahora cuando más necesario resulta aquel «mando único» que el Gobierno usó con una eficacia tan discutible que hasta las organizaciones representativas de los médicos españoles se han unido a la petición de una investigación independiente sobre la gestión de la pandemia. Los médicos españoles no han dudado en lanzar una acusación y varias advertencias. Acusan al Gobierno y a las autoridades públicas competentes de no estar adoptando medidas eficaces contra los rebrotes de contagios por Covid-19. Y advierten de que la situación puede degenerar en una repetición de los peores episodios vividos entre marzo y mayo pasados. El documento de los médicos destruye la presunción de inocencia del Ejecutivo desde el momento en que denuncian «los claros fallos constantes en la gestión de las estadísticas diarias, con cifras insuficientes y contradictorias que han llevado a una percepción generalizada de descoordinación en la gestión de la pandemia». Esta era la responsabilidad de Fernando Simón y su equipo de expertos: controlar la evolución de la pandemia y dar una imagen fiel de sus consecuencias. No han conseguido lo primero ni lo segundo, y la denuncia de los médicos es tan clara e irrebatible que la única salida digna para todos los responsables señalados es la dimisión.
Ya no se discute que en España se han producido más de 48.000 muertes por Covid-19. Tampoco se discute que la fragmentación de la respuesta a los rebrotes en 17 autonomías está impidiendo una política unitaria, como piden los médicos. Y ya casi nadie se fía de la información que facilita el Gobierno sobre los actuales focos de contagio. Faltan medios humanos y materiales y ahora el Ejecutivo y sus plataformas de propaganda no pueden utilizar la excusa de que no sabían de qué iba el Covid-19. Lo saben ellos y lo saben los españoles, que se asoman al nuevo curso escolar con más incógnitas que certezas, sin un gobierno que lidere la situación y con el mundo sanitario lanzado inequívocas señales de alarma. La situación es muy preocupante, quizá no tanto por los datos de los rebrotes, cuanto por la expectativa de tener que volver a estar en manos de un Gobierno incompetente, que ha sometido a España al peor confinamiento del mundo, después del chino, con los peores resultados de Europa. El beneficio de la duda se le ha terminado a Pedro Sánchez, quien no se da por aludido en medio de la alarma general que recorre España. Los médicos le acusan, pero Sánchez sigue silbando y con las manos en los bolsillos.