El acuerdo anunciado ayer para la normalización de relaciones entre los Emiratos Árabes Unidos (EAU) e Israel es sin duda un hito histórico. El reino emiratí se convierte en el tercer país árabe -después de Egipto y Jordania- en establecer relaciones con Israel desde las guerras árabe-israelíes que marcaron la segunda mitad del siglo XX y convirtieron Oriente Próximo en un polvorín mundial. Que ese paso, vital para la relajación de tensiones en el área, acelere el sueño de los palestinos de contar con su propio Estado es harina de otro costal, aunque aparentemente la cesión de Israel a EAU a cambio de las relaciones sea un regalo para ellos: no habrá declaración de soberanía hebrea sobre los asentamientos judíos...
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