Anticlimático, el cartujo rehúye las funciones del Circo Lozoya Hnos. Encerrado a piedra y lodo en su oscura celda, aunque nada tiene, tiembla ante la vertiginosa caída de la economía nacional, de 18.9 por ciento en el segundo trimestre de este año, de acuerdo con datos preliminares del Inegi. Pero lo consuelan las palabras del Presidente, siempre tan optimista: “Ya pasó lo peor”, dijo el jueves en Chihuahua. Y dijo más, puede desplomarse la economía, pero no “la calidad de vida de los mexicanos”.
No importa si se quedan sin comer, si no tienen dónde vivir, si los niños deben abandonar la escuela para intentar ganarse el pan de cada día, su calidad de vida está garantizada por la Cuarta Transformación.
Como ha estado garantizada la atención hospitalaria para todos durante la pandemia, según el Presidente. Gracias —dijo también jueves— al confinamiento voluntario de los mexicanos, “no hay un enfermo que se quede sin una cama, sin un equipo que lo atienda y sin los especialistas”. Los dramas registrados por la televisión, narrados en la prensa, difundidos en las redes sociales sobre enfermos rechazados de un hospital tras otro, muertos algunos en sus casas o aun en la calle sin ninguna atención, no existen para el mandatario mexicano, tal vez nadie de su administración se lo ha informado, tan entretenidos como están echándose porras unos a otros, posando para la posteridad.
Más de 30 millones de mexicanos están en pobreza extrema, lo dice el Coneval. Pero el Presidente desvía la atención con sus insólitos nombramientos diplomáticos, con el extraño juicio al ex director de Pemex, con la decisión de celebrar el 15 de septiembre la ceremonia del Grito en el Zócalo y el desfile militar del día siguiente. “¿Para qué?”, se preguntó y respondió él mismo en Chihuahua: “Para mandar el mensaje de que sigue encendida la llama de la esperanza, porque así es además, la gente mantiene la esperanza y la esperanza es una fuerza muy poderosa”, es una ilusión para escapar de la realidad, de la violencia y la pandemia y la muerte y la pobreza y el hambre. Por eso, ¡viva la llama de la esperanza!
Queridos cinco lectores, El Santo Oficio los colma de bendiciones. El Señor esté con ustedes. Amén.