Pero seguro que lo harán cumpliendo las reglas establecidas aunque no estén del todo claras ni para ellos ni para los adultos, porque han entendido muy bien que el virus que nos acecha fuera puede matar.
No puedo anticipar lo mismo de los adultos, siempre dispuestos a ir medio paso más allá de lo permitido, pero seguro que los niños serán prudentes y ante la duda se detendrán "para mirar a un lado y a otro".
Nos gustará ver que las calles se llenan poco a poco de tímida alegría, que los balones vuelven a botar y a girar las ruedas de más de una bicicleta que seguramente necesiten recuperar el aire perdido... el mismo que hemos perdido todos.
Deseamos que con ellos vuelva la vida a las calles, pero también que nos ayuden a mitigar nuestros miedos y a llenar de esperanza nuestros corazones.