Hace un mes me entrevistaban en una emisora de radio de Alicante con motivo de que se anunció un memorial de Skate, que organizará la diputación de Alicante, y cuando me preguntó la periodista si no me entristecía cada vez que se me recordaba a mi hijo Ignacio con motivo de algún acto en su honor le dije algo así como: “no, no me entristece, Ignacio murió, murió bien y lo tengo asumido, lo que me entristece es la ruina que está viniendo y tengo un gran dolor por las personas que la van a padecer”.
Eso ocurrió un miércoles, el 4 de marzo, en el que había libertad de movimiento y en el que saludé a muchas personas en la sede de la diputación. No éramos conscientes del riesgo de contagio, no teníamos la información de la OMS, y mucho menos de los avisos de Taiwán a la OMS, y demás informaciones de las que disponían los gobiernos de las naciones, incluido del gobierno de España, que vive unas de las horas más carentes de dignidad de la historia de España, si se exceptúa el momento en que sus dos reyes fueron a Bayona a rendir pleitesía a Napoleón.
El motivo de estas letras es que pasado un tiempo desde que ABC tuvo la gentileza de publicar mi carta que titulaba “España está en Peligro” en la que mostraba mi alarma por la situación de indefensión en la que nos encontramos los españoles, nada ha cambiado, no se ha tomado ni una sola medida eficaz para conocer las personas que pueden ser transmisores de la enfermedad, o los que como están inmunizados no representan ningún peligro, por ello seguimos en arresto domiciliario todos, sin recluir de un modo especial a los que son, o somos, peligro potencial de contagio a los demás. Por el contrario hay otros ciudadanos condenados a trabajos forzosos a los que no se les dan los elementos de protección imprescindibles ni se les hacen los famosos test que parecen privilegio de los gobernantes de la nación y sus familias, ellos sí tienen libertad de movimiento y de saltarse las cuarentenas.
Dicho lo anterior, se cumplen mis mayores temores en cuanto a la actuación de un gobierno déspota e irresponsable.
En primer lugar se está usando un estado de alarma para restringir o cercenar las libertades, sé que hay ciudadanos tremendamente asustados o responsables, que no han vuelto a salir de casa desde que se decretó el estado de alarma.
He oído con estupor a un Guardia Civil, y descubrí que este benemérito cuerpo está dirigido por personas que creen que su función es defender la imagen del Gobierno, no defender al estado español y por ende defender a los ciudadanos. Temí que estuvieran haciendo listas de desafectos a este gobierno, lo que me llenó de terror al pensar que podrían convertirse en una organización represiva contra todo crítico.
En este tiempo no se ha tomado ninguna medida que permita volver a la normalidad de la actividad ciudadana y por ello, la actividad económica corre gran peligro, con la catástrofe que planea sobre la calidad de vida de nuestros compatriotas y acogidos, en particular de los menos protegidos.
En un primer momento, el Gobierno de España nos anunció que nos iban a proteger con 200.000.000.000 de euros. Pensé, si lo reparten tocamos a más de 4 millones por español e inmigrante ilegal y ya nunca tendrá que trabajar nadie en este país, podremos comprar todos villas en la costa azul y vivir como actores de cine.
Luego vi que lo había entendido mal y nos se trataba de eso, sino que el gobierno planteaba poner la propiedad privada al servicio público. Creo que ni así saldrían las cuentas.
En este tiempo hemos visto el “exprópiese” de Chávez aplicado a material que algún gobierno autonómico previsor había encargado a algún empresario al que se acusó de traficar con ese material, esto la primera vez que lo advertí fue en Jaén que se llevaron mascarillas que había encargado la autonomía. Éstas y otras actuaciones parecidas han hecho que quienes saben comerciar estén remisos a prestarnos sus servicios.
En este tiempo el único dinero que fluye para paliar los efectos de la pandemia es el destinado a las televisiones y creo que es para evitar el desgaste de una actuación irresponsable y calamitosa de este Gobierno. El Gobierno ha conseguido que no se nos ofrezca ni una sola escena de dolor, ni una fotografía de los muchos miles de ataúdes que no tocaba haber tenido que usar si se comparan las series temporales de fallecimientos. Recuerdo las escenas del accidente del avión ucraniano con militares, como se rebuscaban trocitos de cadáveres, relojes y cualquier objeto para tocarnos el corazón.
Cada día se dan noticias del éxito que representa que sólo se hayan muerto un 2 o un 5 % más o menos que el día anterior de personas diagnosticadas como enfermos de la pandemia y no como una calamidad que ocurre a diario. Y este Gobierno inútil ha presumido de ser el mejor en algunos aspectos de tratamiento de la crisis. Creo que tenemos el triste récord de la imprevisión y la irresponsabilidad, al habernos animado a participar en actos de exaltación victimista de la mujer “Nos va la vida en ello” dijo un personaje público que en otra ocasión soltó alguna perla “homófoba” que no hace al caso. Pero no, no era su vida la que corría peligro ella tenía privilegio en el tratamiento.
Creo que la única razón de este disparatado arresto domiciliario absolutamente restrictivo, incumpliendo los poderes que la Constitución permite al declararse un estado de alerta es evitar que expresemos nuestra repulsa en la calle como hicieron ciertos ciudadanos cuando aquella horrible enfermedad que llevó a sacrificar un perro y la oposición pedía la dimisión de Rajoy. Esas manifestaciones fueron retransmitidas por las televisiones que ahora callan o nos ponen a todas horas los “payasos de la tele”
Pero estos días hemos conocido lo mejor y lo peor de nuestros conciudadanos, con la entrega de los profesionales de la sanidad, de las fuerzas y cuerpos de seguridad y de los “servicios esenciales”. Tenemos abastecimiento de casi todo, sólo faltó papel higiénico en algún momento y fue puntual. El no desabastecimiento se debe agradecer a empresas y trabajadores que lo han permitido y a ciudadanos responsables que no han acaparado lo que no necesitan.
También sé que hay empresas, a las que no se deja trabajar o no pueden por el confinamiento de sus clientes, que están cargando con el socorro de sus empleados. También sé de personas que socorren a su servicio domestico que no trabaja para no exponerlos, pero procuran que aquellos tengan manutención, de personas y conventos haciendo mascarillas y material de protección de forma altruista.
Pero hemos conocido el acoso por sus vecinos o compañeros de vivienda a personal sanitario o de servicios esenciales, por miedo al peligro de contagio que representan, los mismos que salen aplaudirlos a los balcones, esas escenas que sí dan las televisiones. Ni un ataúd y muchos aplausos
Hemos visto en la televisión contar las sanciones impuestas de forma ilegal, creo, por salir a la calle o desplazarse con el automóvil. Creo que eso se da para amenazar a quien se atreva a ejercer su derecho ciudadano.
Hemos visto a personas increpar desde las ventanas a otras que deambulaban con niños, sin conocer la circunstancia. Y vimos a una pobre deportista ser detenida con una violencia inusitada, que dudo hubieran empleado para socorrerla si hubiera sido atacada con cuchillos por algún terrorista. Mientras los que grabaron la escena gritaban e insultan a la pobre deportista que había cometido el delito de salir a correr, lo que no pone en peligro la salud de nadie. Pobres policías, las cosas que tienen que hacer, cuando las autoridades dictan disposiciones arbitrarias.
Pero desde que aprovechando el Estado de Alarma, este gobierno se dio la exclusiva de suministro de material sanitario no hay mascarillas, ni guantes, ni el material necesario para protegerse los profesionales, ni los ciudadanos en su uso de esa libertad de movimiento tiránicamente cercenada. Pienso que encerrarse es lógico y legítimo, pero pasear sin reunirse es higiénico y práctico para nuestra salud física y mental.
Hemos visto en la televisión escenas propias de los payasos de la tele, contando una ministra, sin cachondeo era una ministra, lo que era un ERTE, o a un astronauta hacer una parodia de como ponerse una mascarilla, de las que por cierto es imposible aprovisionarse. O aplaudir por el coro de emergencias al general que había contado que estaban monitorizando la red para identificar y aminorar las criticas al gobierno.
En resumen, ya está bien de propaganda, ya está bien de arrogarse funciones que no se ejercen y no dejan ejercer a los que son mejores que ellos, ya esta bien de prometer y prometer sin hacer nada útil. Ya está bien de dar trato de favor a supuestos empresarios, de los que se niegan a darnos sus nombres, que no son mas que enchufados y entorpecen el acopio de lo necesario. Ya está bien de enriquecer a amigos y mantener en el cargo a inútiles que están llevando a la muerte en soledad a tantos ciudadanos, muchos de los cuales fueron descartados de ser dignos de ser curados, viejos, personas con alguna incapacidad o los que tuvieron la desgracia de estar en el “lugar inadecuado”, lugares excluidos del derecho de socorro, me refiero a residencias de ancianos e instituciones afines.