Mientras que la pandemia del virus covid-19 será una tragedia para algunos, para la mayoría será un obstáculo difícil, pero superable de 18 meses. No, no estaremos encerrados en casa año y medio, pero al igual que fueron absurdas las primeras recomendaciones de encerrarse tres y cinco días, a estas alturas hay que aceptar que la vida no regresará en su nueva modalidad cuando salgamos a la calle.
Es muy difícil enfrentar una situación tan seria como lo es esta sin perder la calma. Es indispensable tomar las precauciones oficiales, pero el ruido de la desinformación que todos estamos recibiendo y la condición del encierro hace fácil que nos volvamos alarmistas e incluso pesimistas. Realidad: prácticamente todos seremos contagiados por el virus. Sin embargo, más del 85 por ciento de los infectados no tienen ninguna molestia. Además, a lo largo de los próximos meses se desarrollará la tecnología médica para combatirlo y quizás muchos nos contagiemos con la vacuna y desarrollaremos inmunidad. Conclusión: Tomemos todas las precauciones posibles, pero no dejemos que nos invada el estrés y la desesperación.
El otro lado de esta moneda ha sido el inevitable efecto económico. Es un golpazo, no cabe duda. La caída del precio del petróleo ejemplifica los alcances tan difíciles de prever del paro de actividad mundial y es solo el comienzo. Realidad: Será un año de recesión, desempleo y bancarrota. No obstante, al final del túnel viene una recuperación fuerte y acelerada. Es evidente que el liderazgo gubernamental y empresarial de México no está a la altura del reto que se presenta, pero el gigante al Norte es la ola que levanta nuestra marea y conforme se recupere nuestro principal consumidor, Estados Unidos, la demanda por el producto nacional va a activar una recuperación económica que solvente a la mayoría de los mexicanos.
Esa es la situación. Sí estamos en crisis. Sí habrá quién fallezca, quién truene, pero la mayoría va a salir de esto bien parada. Esa realidad nos debe dar calma, pero también hay en qué concentrar nuestra justificada molestia. Hay tres agentes responsables a quienes debemos continuar cuestionando aún cuando pase la contingencia: el gobierno, los empresarios y los que generan y comparten noticias falsas.
Si la historia de México en el siglo XX fue una de descalabros económicos, la del siglo XXI ha empezado por oportunidades desperdiciadas. A pesar de lo que digan los críticos de los cuatro presidentes milenarios, ninguna presidencia ha sido trágica, pero en un momento de auge económico mundial y con todo para aprovecharlo, México solo flota a la deriva. La visión de Andrés Manuel I ¡Viva Andrés Manuel I! Es pre-milenaria y obsoleta, sus caprichos hasta ahora no hundirán a la nación, pero la están anclando.
A los empresarios y propagadores de contenido falso los podemos poner en el mismo barco. Les debería dar vergüenza que ha predominado su avaricie en vez de caridad ante una crisis que nos debería unir a todos. El mensaje empresarial que se ha escuchado es “¿Quién va a salvarnos” Cuando debería ser “¿Quién va a salvar a nuestros trabajadores y consumidores?”. Están buscando guarida en el fisco al que nunca quieren aportar.
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