Da igual que la población se encuentre confinada en sus domicilios por orden de las autoridades para hacer frente al coronavirus, los comunistas rusos han demostrado no estar dispuestos a dejar pasar una fecha tan señalada para ellos como el 150 aniversario del nacimiento de Vladímir Ílich Lenin, el cabecilla de la Revolución Bolchevique de 1917, fundador y primer dirigente del estado soviético.
El líder del Partido Comunista de la Federación Rusa (KPRF), Guennadi Ziugánov, y un nutrido grupo de colaboradores y seguidores acudieron ayer miércoles a una Plaza Roja desierta y azotada por una gélida ventisca para depositar una ofrenda floral en el mausoleo en donde se encuentran los restos de Lenin. Iban provistos de toda la parafernalia habitual: banderas y bufandas rojas con la hoz y el martillo. No todos llevaban puesta la mascarilla.
La comitiva estaba compuesta por medio centenar de entusiastas leninistas y una docena de periodistas, aglomeración más que suficiente, según el dirigente ultranacionalista, Vladímir Zhirinovski, para agravar la situación epidemiológica de la capital rusa. Zhirinovski ha llamado a multar a los asistentes al acto y a prohibir el Partido Comunista por violar el régimen de confinamiento, pero ni desde el Kremlin se ha escuchado ningún reproche ni ha habido ninguna denuncia por parte de la Policía.
Permiso de la Administración presidencial
Más al contrario, al ver lo que estaba sucediendo a poco metros, un hombre pidió a las fuerzas del orden que actuasen. Llegó un agente para advertirle que debía ser él quien se fuese a casa lo antes posible si no quería ser multado y le explicó que Ziugánov y sus acompañantes tenían permiso de la Administración presidencial para llevar a cabo la ofrenda floral y descender por los peldaños que conducen a la estancia en donde se encuentra la urna de cristal con el cuerpo de Lenin en su interior.
El líder de los comunistas rusos pronunció incluso un pequeño discurso recordando el papel de Lenin en la historia, los logros que, según él, impulsó en la URSS e incluso tuvo palabras de crítica contra el presidente Vladímir Putin y su primer ministro, Mijaíl Mishustin, por la «ineficiente» gestión de la epidemia.
Pero ahí no quedó la cosa. Todos los presentes se trasladaron a pie unos metros más allá por detrás del mausoleo hasta llegar a la tumba de Iósif Stalin, el brutal dictador que tomó el relevo de Lenin al frente de la Unión Soviética, para colocar también unos cuantos ramos de claveles rojos.
Todo esto mientras el COVID-19 continúan propagándose. En las últimas 24 horas en Rusia se han detectado 4.774 nuevos casos de la enfermedad, lo que supone un nuevo descenso con respecto al día anterior, y sitúa el total en 62.773 infectados. El número de fallecidos alcanza los 555 y el de recuperados 4.891. En Moscú se han registrado 1.959 nuevos casos del virus, que también muestran una ralentización, y elevan el total en la capital a 33.940 infectados. Los decesos en Moscú alcanzan ya la cifra de 288.