La ciudad de Benavente (Zamora) ha pedido el Toro Enmaromado que se debería correr el 10 de junio, víspera del Corpus Christi, aunque ha modificado la tradición para adaptarla a las circunstancias de confinamiento, lo que ha motivado que la petición se haya efectuado desde los balcones de las casas.
Este ritual de pedida que se revive el día grande de las fiestas de la Virgen de la Vega se efectúa otros años en la Plaza Mayor abarrotada de benaventanos para, al grito de «¡toro, toro!», pedir al Ayuntamiento que conceda y costee la compra de un astado para correrlo con una maroma atada a los cuernos el día antes del Corpus, informa Efe.
El alcalde de la ciudad, Luciano Huerga, ha salido al balcón de la Casa Consistorial para conceder el toro, como hace otros años, pero en esta ocasión con la Plaza Mayor vacía y los gritos de los benaventanos desde las ventanas de sus casas.
De esta forma, el consistorio ha querido mantener la tradición de conceder el toro, aunque haya habido que suspender los actos festivos de las fiestas patronales de la ciudad y el astado tampoco vaya a correrse el 10 de junio por las medidas de confinamiento obligatorio por la pandemia de coronavirus.
Huerga, durante su discurso, ha hecho referencia a las circunstancias de pandemia sanitaria y rendido homenaje a los sanitarios, los trabajadores de servicios esenciales, los benaventanos que luchan contra la enfermedad y los fallecidos por la Covid-19.
Ha subrayado que la petición del toro enmaromado es un símbolo de Benavente, que la ciudad no quiere perder sus tradiciones y subrayado, por otra parte, la devoción que tiene a la Veguilla (Virgen de la Vega).
También ha concebido este un acto como una forma de hermanarse con otras localidades españolas que mantienen toros de cuerda y la afición a ese tipo de festejos que muestran el «respeto al toro», ha señalado.
La concesión del astado ha sido simbólica y el alcalde ha anunciado que «si no es en el 20 será en el 21» cuando se corra.
El rito de la petición está documentado desde finales del siglo XIX y su origen estuvo en las dificultades que existieron entonces para costear la compra del toro enmaromado con las aportaciones voluntarias de los benaventanos.
Esa circunstancia llevó entonces a un grupo de jóvenes a irrumpir en el salón de plenos municipal para reclamar que el Consistorio pagara el toro que se iba a enmaromar unas semanas después, algo a lo que accedió y quedó como tradición.
