Encarnación recibió la noticia con una tranquilidad pasmosa. No era, ni mucho menos, el mayor premio de la historia de la televisión. Pero se trataba de 3.000 euros que te llueven como del cielo, solo por responder una frase muy breve («la tarjeta del Hormiguero») al teléfono mientras estás en casa viendo la tele. Pero, insistimos, la mujer lo recibió con una normalidad tremenda. Pronto supimos el motivo. Y el motivo es que, cuando has superado una enfermedad que ha matado a 21.757 compatriotas, 3.000 euros te parecen un premio muy menor. Puede que incluso hasta 30.000 euros, o más, también te lo pareciesen. Porque la vida no tiene precio.
Justo unos minutos antes había intervenido
Joaquín
, el futbolista del Betis, para honrar a las víctimas del coronavirus en España. Con las sentidas palabras del jugador aún resonando en la cabeza de los espectadores, se hizo la tradicional llamada desde el plató para repartir, como todos los días, un premio de 3.000 euros. «El Monaguillo», que llevaba entregadas siete gratificaciones consecutivas, quiso tentar una vez más a la suerte. En el primer teléfono tecleado desde el programa no contestó nadie. Eran las 23.55 horas cuando se llamó a un segundo número telefónico, también al azar, como siempre.
«El Monaguillo»: Buenas noches.
Encarnación: Buenas noches.
«El Monaguillo»: ¿Sabe usted qué es lo que quiero?
Encarnación: La tarjeta de «El Hormiguero».
Y la euforia estalló en el plató. Y aún creció más cuando Motos le preguntó a la señora si el premio le vendría bien. «Después de haber pasado el coronavirus...», desveló Encarnación, residente en Moratalaz, Madrid. «Lo he pasado. He estado ingresada», se extendió a preguntas del presentador esta mujer de 74 años. Motos le pidió detalles sobre cómo había sido el proceso. «Estuve unos días en el hospital muy mal... Gracias a Dios ya estoy bien y no quiero entristecer a nadie. Este programa es para que que la gente se ría y no quiero tristezas».
Mejor final, imposible.