La Reina Isabel II de Inglaterra acaba de cerrar uno de sus años más complicados y se enfrenta ahora a una de las crisis más sonadas de los últimos tiempos: los Duques de Sussex anunciaron el pasado 8 de enero, de forma unilateral, sus intenciones de apartarse de la Familia Real británica y emprender un nuevo camino entre Reino Unido y Norte América trabajando para ser «financieramente independientes».
Desde este momento, todos los movimientos de los miembros de la Casa Real se están analizado (más si cabe) hasta el más mínimo detalle. Es el caso de la Reina, quien, tras el sonado escándalo bautizado por la prensa británica como «Megxit», se dejó ver el pasado domingo acudiendo a la Iglesia de Santa María Magdalena para asistir a la misa dominical, hasta donde se trasladó en coche.
Como ya es habitual, la madre del Príncipe Carlos fue fotografiada en su vehículo, aunque esta vez hubo un detalle que no pasó desapercibido y llamó poderosamente la atención de los medios. Tal y como se puede ver en las instantáneas, la monarca lleva un audífono con el que no se le había visto en anteriores ocasiones y que, aunque está bastante camuflado entre el pelo y el sombrero, no deja de ser visible.
Estas fotografías han abierto un nuevo debate sobre si la monarca acarrea nuevos problemas de audición, un achaque de salud que no extrañaría teniendo en cuenta que tiene 93 años y que es un problema que afecta a la mayoría de personas mayores de 80 años. Es el caso del marido de la Reina, Felipe de Edimburgo, de 98 años, que lo lleva desde hace tiempo.
