El 13 de mayo de 1524 llegaron a Veracruz los primeros 12 misioneros franciscanos con el objetivo de convertir al cristianismo a la población indígena de Anáhuac.
Conocidos como los “Doce apóstoles de México”, por el mismo número de discípulos que tuvo Jesucristo, los austeros franciscanos practicaron tan estricta vida de pobreza que los indígenas les llamaban “motolinia”.
Por ello, Fray Toribio de Benavente adoptó el nombre de Motolinia, que significa pobre en náhuatl.
Podría decirse que el 25 de diciembre de 1524 las primeras comunidades cristianas indígenas, apenas convertidas por los franciscanos, celebraron el nacimiento de Jesús.
Las pastorelas fueron introducidas por los franciscanos para ayudar a la evangelización y todavía versiones modernas son representadas en Tepotzotlán.
Desde la naciente Nueva España, las posadas prenavideñas se convirtieron en una tradición anual y las piñatas, que forman parte de la cultura popular mexicana, están presentes en el extranjero, a tal grado que es común ver la estrella de siete picos, sin conocerse el símbolo de los siete pecados capitales, en fiestas infantiles en Estados Unidos.
Nuestra flor de Nochebuena perdió su nombre en Estados Unidos por el de Poinsettia, al ser introducida a su país por el ministro estadunidense en México, Joel Poinsett, quien no solo rebautizó a la flor mexicana más famosa del mundo, sino que intrigó contra México y por ello fue expulsado en 1829.
En el siglo XIX, Ignacio Manuel Altamirano escribió Navidad en las montañas, una obra simbólica que reconcilia a los opuestos: un militar ateo y un sacerdote católico se entienden en la solidaridad humana a pesar de las diferencias religiosas.
La Navidad está profundamente arraigada en la sociedad mexicana, pero al igual que en América Latina, Europa y Estados Unidos, el natalicio de Jesús se ha convertido más en una herramienta de mercadotecnia que en una celebración religiosa de amor y alegría.
El presidente Andrés Manuel López Obrador envió un mensaje al pueblo mexicano sobre la condición de pobreza, de motolinia, y de humildad de Jesús, el salvador de los hombres.
Y su esposa Beatriz Gutiérrez Müller complementó el mensaje navideño al subrayar el espíritu de fraternidad y de perdón por encima de los obsequios materiales, al pedir “regalar afecto, no comprarlo”.
Con la llegada del cristianismo a América ocurrió la más profunda transformación en el antiguo territorio de Anáhuac. Se disolvió el vasto Imperio mexica y se fundaron las bases del México actual: una nación predominantemente cristiana, hispanoparlante y mestiza.
Características generales que de ninguna manera son excluyentes en el México de hoy: un mexicano que es ateo es tan mexicano como un católico, un mexicano que es blanco es tan mexicano como un indígena o un mexicano que habla purépecha es tan mexicano como el que se expresa en español.
El México moderno exige que la mayoría de los mexicanos estemos unidos más allá de la religión, la lengua o la raza. Ser mexicano hoy significa luchar por valores como el bienestar y la equidad, la justicia y la seguridad, en contra de la corrupción y la impunidad.
El Estado laico no interviene en la religión y viceversa, pero finalmente ambos comparten el espíritu de la Navidad: la fraternidad y la paz entre los hombres.
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