Han sido dos semanas de reuniones técnicas para organizar la seguridad del clásico. Ayer se celebró la última, la decisiva, la que pone en ejecución un plan que entró inmediatamente en vigor anoche. y que hoy tendrá su desarrollo. Cinco mil efectivos controlarán el partido, los equipos, los viajes de los protagonistas, el hotel de concentración, las zonas adyacentes al estadio y las gradas del Camp Nou. Entre ellos destacan las unidades de la Brigada Móvil (BRIMO) y de la Áreas Regionales de Recursos Operativos (ARRO), los grupos antidisturbios de los Mossos, que se encargarán de velar por la seguridad en la zona exterior al campo.
Serafín Giraldo, portavoz de la Unión General de Policía, conoce un plan que ha expuesto a ABC con detalle. Su análisis es elocuente: «Los Mossos están más que capacitados para garantizar la seguridad en el clásico, siempre que los políticos catalanes no metan la mano. Si los políticos no meten la zarpa en el dispositivo, todo será seguro».
Esa es la preocupación externa, que la policía catalana no pueda movilizarse con total libertad. «Los Mossos están preparados para controlar esta situación si se les deja actuar sin cortapisas».
Los sindicatos policiales han estudiado con precisión todo el organigrama para que las amenazas de los CDR no tengan efecto: «Los CDR intentarán bloquear la llegada al estadio por los cuatro puntos cardinales y el objetivo de los antidisturbios será impedirlo».
El trayecto desde el hotel hasta el estadio estará vigilado con «un cordón de seguridad» de cuatrocientos metros de anchura entre ambos flancos. Se augura casi imposible acercarse a los autobuses de los equipos y del cuarteto arbitral. Otra cuestión será el control dentro del Camp Nou: «El interior del campo es responsabilidad de la seguridad privada del Barcelona y todo dependerá de los límites que imponga el club». Es uno de los puntos débiles del eslabón. Si habrá manos que no ayuden tanto.
