Franco Reinson nunca ha estado más ocupado, respondiendo llamadas y celebrando reuniones en su oficina en el centro de Buenos Aires. El asesor de riqueza puede agradecer al presidente Alberto Fernández, quien está poniendo nerviosos a los argentinos ricos.
"Temen que el nuevo gobierno sea agresivo con sus políticas fiscales", dijo Reinson, el jefe de contabilidad de la subsidiaria local de Amicorp, que se especializa en organizar y administrar los fideicomisos que han aumentado en popularidad. La mayoría de los clientes de la empresa solo tienen una solicitud: ayudarlos a proteger los ahorros que han acumulado en el extranjero.
Tienen buenas razones para preocuparse. Fernández, un populista de izquierda, está devolviendo el país a los días de los peronistas, el movimiento nacido en la década de 1950 bajo Juan Domingo Perón que favorece el gasto social y la industria local. En su primer discurso como presidente, lo dejó claro.
"Para eliminar el hambre, pediremos una mayor solidaridad de aquellos que tienen más capacidad para darlo", dijo Fernández el 10 de diciembre.
Esas simples palabras justifican las preocupaciones entre los argentinos ricos, según el economista Martin Tetaz.
"Son más impuestos sobre los bienes personales", escribió Tetaz en Twitter. "Si hablara de impuestos a la exportación, diría 'los que más producen', si hablara de los impuestos a la renta, diría 'los que más ganan'".
Los argentinos no tuvieron que esperar mucho para ver las primeras medidas. El jefe de gabinete de Fernández, Santiago Cafiero, le dijo al periódico La Nación el 14 de diciembre que se enviará un proyecto de ley al Congreso para describir las políticas fiscales que incluirán un aumento en el impuesto a la propiedad personal y tasas más altas para aquellos con activos en el extranjero.
Los agricultores ya se adelantaron a los aumentos de los impuestos a la exportación al descargar la mayor parte de su cosecha de trigo, soya y maíz antes de que el nuevo gobierno asumiera el cargo. El pasado fin de semana, Argentina confirmó el aumento de los impuestos a la exportación para financiar el gasto del nuevo gobierno.
Al mismo tiempo, los funcionarios anunciaron que se impondrá un llamado impuesto turístico para cobrar a los argentinos un 30 por ciento adicional para comprar boletos aéreos internacionales, pagar sus suscripciones mensuales de Netflix o usar sus tarjetas de crédito fuera del país, entre otras transacciones.
Los argentinos han escondido su dinero fuera del país para proteger los ahorros de los ciclos de auge y caída que han maldecido al gigante de la agricultura durante décadas. Actualmente tienen más de 300 mil millones de dólares de ahorro en el extranjero, según datos del instituto de estadísticas Indec. Las nuevas reglas estrictas que requieren que ciertos países compartan datos de cuentas bancarias han hecho que sea más difícil encontrar paraísos fiscales en todo el mundo, por lo que la confianza se está convirtiendo en un producto candente para los ricos.
Un portavoz del Ministerio de Economía declinó hacer comentarios y agregó que cualquier detalle se anunciará con el contenido del proyecto de ley.
Poco conocido en el país hasta hace poco, la confianza irrevocable tiene una gran demanda. El instrumento normalmente está estructurado para personas cercanas a la edad de jubilación que desean dar el control y el beneficio de sus activos a otros, hasta el final de su vida. Pero ahora los asesores patrimoniales incluso están escuchando a adultos de tan solo 30 años sin herederos que buscan el instrumento.
"Hubo un frenesí después de las elecciones primarias de agosto y la demanda explotó después de los nuevos controles de cambio", dijo Martina Caunedo, abogada de MBP Partners, que asesora a grandes bancos y gestores de fondos en Buenos Aires.
De 2018 a 2019, MBP Partners pasó de asesorar principalmente a empresas sobre inversiones en infraestructura y financiamiento en el extranjero para planificar fortunas familiares.
Argentina ya tiene una alta carga impositiva, cercana al 30 por ciento del Producto Interno Bruto, que es sustancialmente más alta que el promedio latinoamericano del 22.8 por ciento, según el Instituto Argentino de Análisis Fiscal.
"El país tiene una verdadera maraña de impuestos, tasas y contribuciones: 163 impuestos en los tres niveles de gobierno (nacional, provincias y municipios)", dijo Nadin Arganaraz, director del instituto. La carga tributaria es cercana al 33 por ciento de los ingresos de las personas y alcanza el 50 por ciento cuando hacen todo dentro de la economía formal.
La alta presión fiscal generalmente ha llevado a los argentinos a tratar de ocultar parte de su riqueza en moneda extranjera fuera del país.
Un desafío a la estrategia para ocultar la riqueza del nuevo gobierno, es que muchos argentinos fueron persuadidos para participar en un extenso plan de amnistía fiscal bajo la administración del expresidente Mauricio Macri en 2016. En ese proceso, pagaron una tasa fija de hasta el 15 por ciento para declarar lo que tenían en el extranjero con la expectativa de que estarían a salvo de más impuestos por ahora.
"Los que trajeron sus activos de vuelta al país durante la amnistía fiscal, ahora quieren llevarlos al extranjero nuevamente", dijo Caunedo.
Con Argentina al borde del incumplimiento una vez más y la economía en recesión con una inflación de 50 por ciento anual, Fernández no tiene muchas opciones sobre dónde recaudar ingresos para gastar en los pobres. Lo más viable parece ser exprimir más dinero de los ricos.
Fernández le dijo a la red de Telefe el lunes por la noche que los impuestos sobre los activos personales en el extranjero duplicarán el nivel de 2015, lo que significa que la tasa podría llegar al 2.5 por ciento. La medida tiene la intención de persuadir a los argentinos para que devuelvan su efectivo al país, dijo.
"Eso es mucho dinero", dijo Mariano Sardans, CEO del administrador de riqueza FDI en Buenos Aires. "Para una persona, esto significa el total de lo que podrían obtener con el retorno de una inversión en bonos o el alquiler de un apartamento en el extranjero".
Para algunos, la solución es cambiar de residencia o mudarse al extranjero para evitar el impacto de las políticas fiscales de Fernández, dijo Martin Litwak, jefe de una firma boutique de asesoría legal y fiscal con oficinas en Miami. Para aquellos que buscan un cambio de residencia, deben vivir 180 días al año en su país anfitrión.
"Argentina está exportando riqueza: miles están saliendo del país para vivir afuera, otros llevan sus negocios al extranjero y otros ponen su dinero en estos fideicomisos", dijo Sardans. "El gobierno está dispuesto a perder activos imponibles".
