Sin duda, Anri Sala es actualmente uno de los artistas plásticos más relevantes de la escena internacional. Ha estado presente en bienales, en museos referenciales, y trabaja con importantes galerías. En España, sin embargo, no ha tenido hasta ahora demasiada presencia, salvo alguna muestra ocasional. Una de ellas, la presentación en el MACBA de su película 1395 Days without Red (2011), con la interpretación de Maribel Verdú, en la que vemos cómo una mujer va atravesando las calles de Sarajevo, evocando el tiempo del asedio en el que los habitantes no llevaban prendas rojas para así evitar los disparos de los francotiradores.
Nacido en Tirana, Albania, en 1974, Anri Sala estudió allí en la Academia de Arte. Después, ya en Francia, en París, se formó en vídeo en la Escuela Nacional Superior de Artes Decorativas, y posteriormente cursó un postgrado de dirección de cine en Tourcoing, en el Estudio Nacional de Artes Contemporáneas de Le Fresnoy. Actualmente, vive y trabaja entre Berlín y París.
Todos estos datos -sus raíces biográficas y desplazamientos en su trayectoria de estudios y formación, así como los diversos registros de los mismos- son fundamentales para situar las características de su trabajo artístico. Sala es un artista multimedia, sus obras se articulan en una gran variedad de registros y soportes.
El primer plano lo ocupan las películas y el vídeo. Pero junto a ello trabaja también con fotografías, impresiones sobre papel, esculturas e instalaciones. Y lo más importante: en su forma de presentación, en las exposiciones, Anri Sala busca la interacción entre las diversas piezas, buscando con ello producir también en el espectador una interacción, según sus propias palabras «una resonancia», que le lleve a sentir «su recorrido a través de la exposición como una coreografía». Además, en lugar de una presentación cerrada o estática, Sala propone siempre una forma abierta, cambiante en el tiempo de duración de las muestras.
En esa línea, resultan decisivas sus síntesis de imágenes, sonido y arquitectura. La música, tanto clásica como pop, se integra con los espacios donde se presentan las obras. Y buscando, siempre, una articulación, un diálogo, con los espacios concretos donde tienen lugar las exposiciones. Muy lejos, por tanto, de la idea del espacio expositivo como un «cubo blanco».
Así, en lugar de propuestas narrativas, lo que se plantea es desvelar el impacto de la música y la arquitectura, del tiempo y los espacios, a través de las imágenes, sobre quienes ven las obras, sobre su memoria y su cuerpo. Según señala: «En mis películas se encuentra frecuentemente el recuerdo de un acontecimiento a través de la manera con la que el cuerpo lo ha memorizado».
Tiempo y movimiento
Se revela así la profundidad conceptual de los criterios estéticos de Anri Sala, que a mí siempre me llevan a la síntesis de movimiento y tiempo con la que el filósofo Gilles Deleuze caracteriza la imagen fílmica. En su libro La imagen-tiempo. Cine 2 (1985), Deleuze señalaba: «La imagen-movimiento tiene dos caras, una respecto de objetos cuya posición relativa ella hace variar, y la otra con respecto a un todo del cual expresa un cambio absoluto. Las posiciones están en el espacio, pero el todo que cambia está en el tiempo».
Ahí nos lleva Sala con sus propuestas multimedia, ahora en el Centro Botín, dinámicas y abiertas: a esta nueva situación del arte en el imparable proceso de expansión de las nuevas tecnologías. La interacción entre sí de los diversos soportes sensibles de las imágenes busca interactuar con nosotros, con quienes las miramos, para así producir efectos y resonancias en nuestros cuerpos y memorias. Incitándonos a pasar de sólo mirar a ver. Anri Sala, el artista de la interacción.
«No Window No Cry»La pieza es el montaje
Por Noemí Méndez
De trayectoria coherente, de lenguaje inconfundible pero extendido, llega la obra de Anri Sala a Santander. Una ocasión única para ver interactuar el trabajo del albanés con la distinguida arquitectura de Renzo Piano y la de la propia ciudad en sus dos vistas: la bahía y los edificios. Y es que la muestra que tenemos oportunidad de visitar en el Centro Botín ocupa de lado a lado la sala de la planta alta. El potencial instalativo de la propuesta es su capacidad de envolver al visitante en un ambiente de tensión emocional, constante; una tensión que se traduce en interpretaciones diversas. Sala ha concatenado videocreaciones pasadas en la creación de una nueva, con diferente cadencia y posibilidad de relectura. Música e imagen son los dos pilares fundamentales que acompañan al poder de la palabra, siempre presente en la labor del albanés. Y una palabra cargada de simbolismo, pues el artista es uno de los filósofos plásticos de su generación más laureado en bienales y ferias.
Tres partes conforman esta exposición. La videoproyección de gran tamaño, compuesta a su vez por tres creaciones enlazadas entre sí, es la pieza que dialoga/transforma la visión de la bahía y el edificio de Renzo Piano, tal y como ya lo hizo con el Pompidou y que implica a la ciudad, ocultando parte de su visión; un ambiente que intenta sumergir al espectador en una vivencia totalmente personal y única, dotándolo, además, de sonido, que según nos desplazamos, condiciona nuestra experiencia. Montaje exquisito, cuidado y medido que merece la visita y «revisita» de estas piezas con tiempo, ya que, como una trilogía, cargada de significados, se ofrece como un espacio, casi místico, de reflexión, en el que se nos invita a dejarnos llevar por las diferentes percepciones de las cosas.
Anri Sala.
As You Go (Châteaux en Espagne).
Centro Botín. Santander. Comisario: Benjamin Weil. Jardines de Pereda, s/n. Hasta el 3 de mayo.
