En las fechas más señaladas es cuando más se echa de menos lo que no se tiene, y lo que un día cualquiera pasa desapercibido, esos días pesa más de lo normal. La Navidad es tal vez el más significativo de esos momentos. La estampa navideña por excelencia es la de la familia unida, disfrutando y divirtiéndose juntos. Sin embargo, la realidad no siempre es tan idílica: ni todas las familias son tan bien avenidas, ni todas las personas tienen una familia con la que reunirse, y casi siempre hay alguien que ya no está y su ausencia se hace más más presente. Y esas circunstancias que te rodean durante todo el año, parece que esos días duelen más.
Es algo que les ocurre a muchos mayores que viven solos: tienen perfectamente asumida su condición, pero llega la Nochebuena y algunas heridas se abren para dejar pasar los recuerdos de épocas pasadas. Otras, simplemente, procuran mantener la normalidad en esos días, como si fueran uno más en el calendario, pues sienten que su tiempo de disfrutar de esas fiestas ya pasó. Y por supuesto, también las hay que siguen deseando que lleguen estos momentos para reunirse con sus hijos y nietos y seguir sintiendo de algún modo la magia de la Navidad.
En España, según el INE, hay cerca de nueve millones de personas mayores de 65 años, y de ellas, más de dos millones viven en soledad. De todos esos mayores solos, más de 850.000 tienen más de 80 años. ¿Cómo pasan estas personas las navidades?
Gabriel tiene 85 años, es viudo y vive solo en Madrid, con una cuidadora que le echa una mano con las tareas de la casa y le hace compañía en su día a día. Estos días se va a Barcelona a casa de uno de sus hijos y los vive con ilusión: «No tener a mi mujer conmigo es lo más triste de la Navidad, pero lo más bonito es poder pasarla con mis dos hijos, mis nueras y mis nietos. Estaré con ellos desde el 23 de diciembre hasta el 6 de enero en Barcelona, viene mi otro hijo con su familia desde Alemania y nos juntamos todos», explica.
A Pilar, de 89 años, también le gusta la Navidad: «Es bonito ver la ilusión de la gente, son fechas de alegría», afirma. Pilar no tiene marido ni hijos, tan solo una hermana y la familia de esta, y también vive sola en Madrid con la compañía de una cuidadora. Su hermana la invita a pasar las fiestas en su casa, pero ella elige quedarse en la suya: «A estas alturas prefiero la tranquilidad y no tener muchos jaleos. Me quedo con mi cuidadora, y si ella no puede, Felizvita me manda otra persona de confianza». Un dato: según esta empresa de servicios asistenciales, más del 50% de sus mayores asistidos solicitan acompañamiento durante estas fiestas navideñas porque las van a pasar solos en su casa.
Para Pilar, su cuidadora hace las veces de su familia, estos días y durante todo el año: «Me da seguridad saber que alguien está conmigo a todas horas, su compañía me hace falta y además me alegra muchísimo. Es una mujer estupenda la que tengo», asegura.
Antonia, sin embargo, no tiene de momento ningún tipo de ayuda en casa; a pesar de tener 88 años («¡casi 89!», apunta) y vivir en un cuarto sin ascensor, se defiende bien. Su buena salud, su espíritu joven y su buen humor le ayudan a llevar la edad con alegría, y también estas fiestas: «Me gusta poner los adornos, comprar dulces de Navidad, y aunque es inevitable acordarme de mi marido y de mi hermano, que también se fue, estoy tranquila y me siento bien quedándome sola en casa. Los Servicios Sociales me llaman todos los años para que vaya al centro de mayores a cenar, pero yo prefiero quedarme aquí. No hago cenas especiales, ni siquiera como las uvas, para mí son días normales, pero no los vivo con pena», afirma.
Eso sí, admite que su día favorito es el de Reyes, cuando su única sobrina va a buscarla y la lleva a su casa para celebrarlo junto con su marido y sus dos hijos pequeños.
Muchas residencias y centros de mayores municipales organizan comidas y cenas especiales en Navidad con fiestas, actividades y villancicos para mayores que eligen pasar esos días en compañía de otras personas en su misma situación. Paco, de 78 años, es uno de ellos: «Llevo dos años yendo en Nochebuena a la residencia de mayores del barrio. Antes la pasaba solo en casa, pero se me hacía muy cuesta arriba, y desde que voy allí me lo paso bien y estoy a gusto».
Cualquier fórmula es buena, no hay una receta única para todos. Un día más o un día especial, solo o en compañía… Lo importante es vivir una Navidad más, y vivirla lo mejor posible.
