Sin enchufe, pero con la misma altura que ahora, aunque en la parte superior le «nazcan» cuatro nuevos pisos. Así van a ser, desde 2022, el edificio de las Torres de Colón, icónico ya en su día, cuando lo diseñó Antonio Lamela, y que ahora la Mutua Madrileña quiere reformar para convertirlo en «un icono de Madrid» adaptado al siglo XXI. Invertirá en ello 65 millones de euros, y cuando termine, supondrá poner en el mercado 20.000 metros cuadrados de oficinas en alquiler.
Las Torres de Colón nacieron como un milagro de la llamada «arquitectura suspendida»: se construyeron comenzando por el tejado, mediante un sistema diseñado por el ingeniero Javier Manterola. El arquitecto que las diseñó, en los años 70, fue Antonio Lamela. En los 90, se reformaron para instalar la escalera central de emergencia, la fachada naranja y colocar en la cúpula el popular «enchufe», piezas metálicas que cubrían las antenas y las escaleras de incendios. En 2012 fue nuevamente reformado con la instalación de ascensores y escaleras mecánicas.
Mutua Madrid, propietaria del inmueble, convocó un concurso para esta nueva reforma, una «puesta al día para que dure 50 años más», y eligió el proyecto del estudio de Luis Vidal. En él, se respeta la estructura interna y, aseguran, «realzan sus características de edificio suspendido». Será, al finalizar, la primera torre de oficinas de España de consumo casi nulo, y además el cien por cien de la energía utilizada en él será de origen renovable. La propia torre generará un 10 por ciento de la misma.
Las modificaciones que se van a introducir en las torres –y que han obtenido el informe favorable de la Comisión de Patrimonio del Ayuntamiento–pasan por demoler varias plantas inferiores –reubicándolas en la zona superior–y eliminar el «enchufe», en cuyo espacio se construirán cuatro pisos más. Todo ello, sin modificar la altura total del inmueble: 117 metros cuadrados.
Además, se reforzarán los tirantes, el núcleo y la cimentación de las torres, y se conectarán las dos torres, con lo que la superficie de cada planta pasará de los 300 metros a los 800. En el nivel de calle, se aprovecharán las obras para eliminar barreras arquitectónicas en las calle Génova y paseo de la Castellana.
En el catálogo
Ignacio Garralda, presidente de la Mutua, junto al alcalde madrileño, José Luis Martínez-Almeida, destacaron que la nueva versión de las torres quiere convertirse en «un icono de Madrid», como lo ha venido siendo en los años antes por su originalidad constructiva. El regidor informó que por su carácter innovador en sus comienzos, «se está tramitando su inclusión en el catálogo de edificios protegidos». Y aplaudió la retirada del «enchufe» porque, según dijo, «a los madrileños no nos gustaba, era prescindible».
Las obras se están iniciando en el interior mediante declaraciones responsables –por fases, como las obras–, al no haber aumento de edificación, explicaron en la presentación del acto, en el que además del alcalde participaba también el máximo responsable del Urbanismo en la capital, el concejal Mariano Fuentes.
También explicaron que en la primera transformación del edificio, en 1992, «sin supervisión del ingeniero Manterola» se añadieron elementos que supusieron «una sobrecarga del 8 por ciento» en el peso, que ha tenido «consecuencias sobre el mantenimiento de la estructura» y ha hecho que «algunos de los tirantes» estén «en el límite de que el hormigón trabaje a tracción». También las corrientes subterráneas de agua han generado «una degradación del hormigón» por lo que hay que reforzarlo. En cuanto a la zona superior que se construirá, «la carga no es superior a la que se añadió en su día, y ahora se quita».
